La relación entre Estados Unidos y Colombia atraviesa uno de sus momentos más tensos en los últimos años, luego de que el presidente estadounidense Donald J. Trump lanzara una dura acusación contra su homólogo colombiano, Gustavo Petro, a quien calificó como “un líder del narcotráfico que promueve la producción masiva de drogas en todo el país”.
En un mensaje difundido en su red social oficial, Trump aseguró que la producción de cocaína se ha convertido en “el mayor negocio en Colombia” y anunció que, a partir de ahora, suspenderá cualquier pago, subsidio o ayuda económica de Estados Unidos hacia el país suramericano. Además, advirtió que si el Gobierno de Petro no actúa con contundencia para erradicar los cultivos ilícitos, Washington tomará medidas directas “y no de forma amable”.
Las declaraciones encendieron de inmediato la polémica internacional y generaron reacciones en Bogotá. Desde su cuenta oficial, el presidente Gustavo Petro respondió asegurando que Trump está “engañado por sus asesores” y recordó que ha sido precisamente él quien ha combatido las estructuras del narcotráfico y revelado sus nexos con el poder político en Colombia. “El principal enemigo del narcotráfico en el siglo XXI he sido yo”, escribió el mandatario.
Petro también recomendó al expresidente republicano “leer bien a Colombia y determinar en qué parte están los narcos y en qué parte están los demócratas”, en clara alusión a los vínculos históricos entre sectores del poder y las mafias.
Más allá del cruce de palabras, la realidad muestra que Colombia ha intensificado sus esfuerzos contra el narcotráfico. En 2024, el país alcanzó cifras récord de incautación de cocaína, según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Además, el crecimiento de los cultivos ilícitos se desaceleró significativamente, pasando de un aumento del 9,8 % en 2023 a cerca del 3 % en 2024, de acuerdo con informes de la misma entidad.
El Gobierno colombiano sostiene que su estrategia busca atacar la raíz del problema mediante la sustitución voluntaria de cultivos y el fortalecimiento de economías legales en las regiones más afectadas por el narcotráfico, en lugar de continuar con políticas de erradicación forzada que, según Petro, solo perpetúan la violencia y la pobreza.
El intercambio de mensajes entre Trump y Petro refleja un cambio de tono en las relaciones bilaterales. Si bien Washington ha sido históricamente uno de los principales aliados de Bogotá en la lucha contra las drogas, el anuncio de Trump marca un distanciamiento que podría tener repercusiones económicas y políticas importantes.
Por ahora, el presidente Petro insiste en que su Gobierno no cederá ante presiones externas y que Colombia “seguirá enfrentando el narcotráfico con inteligencia y no con guerra”.

