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En la ciudad de Pasto, mujeres que combinan la labor artesanal con el rol de madres de familia están encontrando alternativas para subsistir y continuar adelante en tiempos de crisis económica. Con mucho esfuerzo, estas mujeres no solo logran producir objetos tradicionales que representan la cultura local, sino que también enseñan a sus hijos el valor del trabajo, la perseverancia y el compromiso con el sustento diario.

Ary Imbachi, una de las artesanas más destacadas de la región, afirma con orgullo que las madres de Pasto son verdaderas guerreras. Desde pequeñas, sus familias les inculcaron la importancia de trabajar con dedicación para llevar el pan a casa, y aunque la situación económica sea difícil, estas mujeres siguen luchando sin bajar la cabeza.

«Las madres de esta ciudad siempre han sido luchadoras. No nos rendimos ante las adversidades, porque nuestros hijos son lo más importante», comenta Imbachi. Las artesanas de Pasto no solo producen objetos de gran valor estético y cultural, sino que, a través de sus manos, preservan tradiciones ancestrales que han sido transmitidas de generación en generación. Entre las piezas más destacadas están los tejidos en lana, los bordados de la región y las figuras de barro que representan elementos de la vida cotidiana y las creencias populares. Cada uno de estos productos es un reflejo de la riqueza cultural de Nariño, y el trabajo de estas mujeres contribuye significativamente a la conservación de este patrimonio intangible.

Impulso

Por otro lado, la emprendedora Fanny Belalcázar resalta la importancia de apoyar a las vendedoras locales. Según ella, el impulso a las artesanas no solo ayuda a la economía de Pasto, sino que también genera más empleo para otras mujeres de la ciudad. Belalcázar, quien ha trabajado por años en el desarrollo de proyectos que favorecen el emprendimiento femenino, señala que el arte y la cultura autóctona de la región de Nariño son esenciales para promover el trabajo en comunidad y preservar las tradiciones de la zona. «Estas mujeres no solo venden hermosos productos, sino que también mantienen vivas las costumbres y tradiciones de nuestra región. Cada pieza que elaboran tiene un valor cultural y social, y eso es lo que le da sentido a su trabajo», explica Belalcázar. Además, enfatiza que este tipo de iniciativas contribuye a fortalecer el mercado local y permite que otras madres también puedan acceder a fuentes de ingreso, mejorando sus condiciones de vida y la de sus familias.