El 11 de octubre de 2025, Hiroki Tanaka, un agricultor de 52 años de Hokkaido, Japón, presentó su última creación en una exposición agro-artística en Tokio: sandías con la forma exacta de un corazón humano, completas con detalles como ventrículos y arterias esculpidos en la pulpa. Estas frutas, cultivadas en moldes de vidrio personalizados durante meses, son el resultado de una década de experimentación para combinar estética y sabor, con una dulzura potenciada por técnicas de polinización cruzada. Cada sandía, que pesa unos 2 kg, se vende por 200.000 a 300.000 yenes (1.400-2.100 USD) a chefs de restaurantes Michelin y coleccionistas de arte comestible en Asia y Europa.
Tanaka, entrevistado por Asahi Shimbun, explicó: «No es solo comida; es una escultura que respira vida y luego se desvanece al comerla». Las sandías, que requieren moldes diseñados con impresoras 3D basadas en escaneos médicos, han generado controversia: algunos críticos las tildan de «macabras», mientras amantes del arte como el curador Yusuke Nakamura las elogian como «una metáfora de la fragilidad humana». La exposición agotó su stock en horas, con compradores de Dubai y Singapur pujando en línea. Este fenómeno, que eleva el legado de las sandías cúbicas japonesas, ha disparado el interés por la agricultura artística, con talleres en Hokkaido llenos de aprendices.
Tanaka dona el 10% de las ganancias a investigaciones cardíacas, inspirado por la pérdida de su padre por un infarto. Un chef tokiota comentó: «Cortar una sandía-corazón es como abrir una obra maestra; sabe a verano y a poesía». El INAH japonés estudia clasificarlas como patrimonio cultural, mientras memes en X comparan las frutas con «anatomía kawaii».

