Fot1En la imagen, de izquierda a derecha: José Ricardo Cruel, Juan Carlos Cárdenas, José Saúl Grisales, Paolo Rudelli, Alfonso García y Omar Alberto Sánchez Cubillos.

Monseñor Paolo Rudelli visitó Tumaco y llevó un mensaje de reconciliación

“La Iglesia no se olvida de Tumaco.” Con estas palabras y una sonrisa cercana, el Nuncio Apostólico en Colombia, Monseñor Paolo Rudelli, selló una visita histórica a la Diócesis de Tumaco, una tierra que, entre el sonido del mar y el clamor de su gente, mantiene viva la esperanza en medio de los desafíos.

Su presencia no fue un simple acto diplomático. Fue un gesto profundo de comunión y cercanía, un signo del Papa Francisco hacia una Iglesia que camina con su pueblo, que cree en la reconciliación y que se atreve a sanar desde la memoria y la fe.

Recorrido

El recorrido del Nuncio inició en la Casa de la Memoria, un espacio donde el dolor y la resistencia se transforman en relato, enseñanza y fe. Allí, escuchó testimonios de quienes han vivido las heridas del conflicto y ahora tejen paz desde la comunidad.

“Tumaco es un testimonio de esperanza para toda Colombia”, expresó Monseñor Rudelli, conmovido por las historias de vida y reconciliación.

Luego, visitó el Museo Eucarístico en la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús, símbolo de una Iglesia profundamente arraigada en la fe. Este encuentro recordó el ‘Milagro Eucarístico’ de 1906, cuando las aguas del mar se detuvieron ante el Santísimo, signo eterno de la presencia viva de Cristo entre su pueblo.

El recorrido concluyó en el Bajito Sanador, donde la fe se convierte en acción y acompañamiento a las comunidades más vulnerables.

Protección

Durante su estadía, Monseñor Rudelli sostuvo encuentros con la Curia Diocesana, el Equipo Diocesano de Animación Pastoral (Edap), religiosas y agentes de Pastoral Social, resaltando la importancia de una pastoral encarnada en la realidad del territorio.

loading...

El cierre de la jornada fue un recorrido marítimo por la Bahía de Tumaco, donde el Nuncio y los obispos elevaron oraciones por el pueblo del Pacífico.

La visita se extendió hasta la Vicaría Inmaculada Concepción, en la parroquia Santo Cristo de Candelilla, y alcanzó la frontera con Ecuador, cruzando el Puente Internacional de Mataje y llegando a la comunidad de Imbili.

En estos lugares, el Nuncio escuchó a comunidades que viven entre dos naciones, muchas veces olvidadas por el Estado, pero sostenidas por la fe.

Su presencia fue símbolo de una Iglesia que no teme salir al encuentro, que acompaña y tiende la mano más allá de los límites geográficos y políticos.