Colombia en materia de lucha contra el narcotráfico.

Se vence inexorablemente el término de ley para que el presidente de Estados Unidos Donald Trump certifique o descertifique a Colombia en materia de lucha contra el narcotráfico.

La cuenta regresiva está activada. Hoy es 12 de septiembre y el próximo lunes 15, a la medianoche, hora del este de Estados Unidos, se vence inexorablemente el término de ley para que el presidente de Estados Unidos Donald Trump certifique de manera plena o parcial, o simplemente descertifique a Colombia en materia de lucha contra el narcotráfico.

Algunos expertos cuantifican las consecuencias de una eventual descertificación en 450 millones de dólares anuales, representados en cooperación con la Policía Nacional y las Fuerzas Militares, y ayudas humanitarias para grupos afectados por el narcotráfico.

La verdad es que este último tipo de ayudas ya viene muy afectado por las nuevas políticas de la administración de Estados Unidos que recortaron masivamente los programas asistenciales.

Casi todos los analistas piensan que Colombia será descertificada por los pobres números de erradicaciones de cultivos ilícitos y el aumento de las áreas cultivadas con coca que se aproxima a 270.000 hectáreas, la cifra más alta de la historia, de acuerdo a los cálculos de Naciones Unidas.

El Gobierno de Colombia, por su parte, alega a su favor los resultados en interdicción y decomisos.

El comandante de las Fuerzas Militares, almirante Francisco Cubides, asegura que han decomisado más de 2.500 toneladas de cocaína, destruido más de 16.200 laboratorios y detenido a 189 narcotraficantes. El director de la Policía, general Carlos Triana, afirma que los programas de erradicación han aumentado sus resultados.

Cada cual tiene su pedazo de verdad, pero hay algo que pocos consideran: Las prioridades en materia de lucha antinarcóticos en Estados Unidos han cambiado sustancialmente durante los últimos años y especialmente durante los seis meses de la administración Trump.

La cocaína, que era la droga más temida y perseguida por Estados Unidos, sigue siendo objeto de preocupación, pero ya no está en los primeros lugares.

El director de la DEA, Terry Cole, al posesionarse de su cargo hace dos meses declaró que las prioridades de su misión son ocho y, en contra de una tradición de décadas, las palabras “cocaína” y “Colombia” no aparecieron en su discurso.

Habló, en cambio, de fentanilo y de las cadenas de suministros químicos para su elaboración. Prácticamente, todo el fentanilo que se consume en Estados Unidos viene de México y los químicos para su elaboración provienen de China.

En esa lista de prelaciones, el director de la DEA afirmó que es necesario desmantelar urgentemente los carteles mexicanos que, según sus palabras, comandan y controlan las cadenas de distribución que están causando la crisis del fentanilo en Estados Unidos.