Por: Alina Constanza Silva
La palabra geotermia viene del griego: geo, tierra, y termos, calor. Es, en esencia, la energía que proviene del interior del planeta. Y Colombia, por su ubicación privilegiada en el Cinturón de Fuego del Pacífico, está sentada sobre una fuente inagotable de este calor. Cuando Gustavo Petro habla de revolución energética, muchos fruncen el ceño. No es para menos: el país está cansado de promesas rimbombantes. Pero su reciente visita a Pasto, centrada en la geotermia, podría marcar un punto de inflexión. Si y solo si se logra aterrizar con seriedad, lo que hoy suena a vapor retórico podría convertirse en una verdadera revolución energética para Nariño y el país.
Colombia, por su posición en el Cinturón de Fuego del Pacífico, tiene un potencial geotérmico envidiable. En Nariño, volcanes como Chiles, Cumbal, Azufral y Doña Juana almacenan una fuente de energía limpia, constante y estratégica. No es un tema nuevo. Hace más de una década, Cedenar contrató con una firma española los estudios de prefactibilidad para explorar el potencial en el volcán Chiles. Los resultados fueron alentadores, pero avanzar al siguiente paso —la perforación para el estudio de factibilidad— exigía una inversión de 10 millones de dólares. En una región pobre, con necesidades urgentes, fue una apuesta que nadie quiso asumir.
Ese dilema resume todo: si se encuentra el recurso, se cambia la historia. Si no, el fracaso se paga con el desprestigio político y social de haber “taladrado un volcán para nada”. Pero la realidad es que ningún país que ha avanzado en energías renovables lo ha hecho sin arriesgar. Ahora, con la primera ronda de geotermia anunciada para este año, el tablero se vuelve a mover. El volcán Azufral está en la lista priorizada. Y esta vez, hay un marco regulatorio claro, inversionistas potenciales y estudios recientes que actualizan lo que ya se sospechaba: el subsuelo del sur tiene energía para iluminar el país. La Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) ya delimitó siete áreas prioritarias. La normativa está casi completa: Ley 1715, Decreto 2462 de 2018, la reciente resolución 40302 de 2022 y nuevos lineamientos para exploración. Incluso hay dos tipos de inversionistas en la fila: exploradores y EPC, empresas que diseñan, construyen y operan proyectos de principio a fin. La transición energética dejó de ser una idea para convertirse en necesidad. Pero, como siempre, la pregunta es quién se atreverá a dar el paso.
Nariño, que históricamente ha sido excluido del desarrollo energético, podría convertirse en pionero de la transición. Pero para eso se necesita más que discursos. Se requiere decisión política, inversión seria, y un acompañamiento institucional que combine exigencia técnica con visión social. Perforar un volcán puede ser un acto audaz, sí. Pero seguir sin hacerlo, también lo es: significa resignarse a depender de hidroeléctricas y térmicas en un país que tiembla y hierve bajo tierra.
La historia premiará al gobierno sea este o el próximo que se atreva a cruzar esa frontera con rigor, sin demagogia y con los pies bien puestos sobre la lava.

