Mindfulness y meditación: herramientas psicológicas que transforman la salud mental en Nariño

En el agitado ritmo de la vida actual, donde el estrés, la hiperconectividad y la sobrecarga emocional parecen haberse convertido en parte del día a día, cada vez más personas buscan formas de encontrar un equilibrio mental y emocional. Y en regiones como Nariño, donde factores sociales e históricos han incrementado el sufrimiento psicológico, prácticas como el mindfulness y la meditación han comenzado a consolidarse como recursos eficaces dentro de la psicología clínica contemporánea.

De prácticas alternativas a herramientas clínicas basadas en evidencia

Durante años, el mindfulness fue asociado únicamente a tradiciones orientales o a movimientos de bienestar alternativo. Sin embargo, su incorporación en contextos clínicos ha sido respaldada por múltiples estudios científicos que demuestran sus beneficios en el tratamiento de trastornos como la ansiedad, la depresión y el estrés crónico.

Según explica el psicólogo clínico Oswaldo Navarro Arteaga, con consulta en Pasto, el mindfulness se ha convertido en una parte esencial de los procesos terapéuticos que lleva a cabo en su práctica profesional. “Estas no son técnicas mágicas ni fórmulas de autoayuda pasajeras. Son intervenciones psicológicas estructuradas, con fundamentos científicos sólidos, que permiten al paciente reencontrarse consigo mismo y mejorar su calidad de vida”, señala.

¿Qué es el mindfulness desde la psicología?

Lejos de la creencia común que lo asocia simplemente con relajación o meditación pasiva, el mindfulness es, en palabras de Navarro, “un entrenamiento sistemático de la atención”. En el enfoque cognitivo-conductual —uno de los más respaldados en el campo de la psicología clínica— se utiliza para que los pacientes puedan observar sus pensamientos, emociones y sensaciones sin juicio, favoreciendo la autorregulación emocional y rompiendo ciclos de reactividad que alimentan el sufrimiento psicológico.

“La mente humana tiende a funcionar en piloto automático”, explica. “Reaccionamos ante situaciones difíciles sin detenernos a observar qué estamos sintiendo o pensando realmente. El mindfulness nos entrena para estar presentes y conscientes, y eso abre la posibilidad de actuar de forma más sabia y compasiva”.

Un bálsamo necesario para el contexto nariñense

La pertinencia de estas herramientas no es menor si se observa el contexto específico del suroccidente colombiano. Nariño es una región que, por décadas, ha enfrentado fenómenos como el conflicto armado, la migración forzada, la violencia estructural, y más recientemente, los efectos sociales y económicos de la pandemia. Esto ha dejado huellas profundas en la salud mental de la población.

“Muchos de los pacientes que llegan a consulta presentan síntomas de ansiedad severa, pensamientos intrusivos, insomnio, o una desconexión emocional profunda con su entorno y consigo mismos”, relata Navarro. “Y no es casualidad. Son consecuencias acumuladas de un entorno exigente, a veces traumático, donde la mente no encuentra espacio para descansar”.

Frente a esta realidad, técnicas como el mindfulness permiten algo muy valioso: recuperar el presente. “No se trata de eliminar el dolor o de ‘pensar positivo’ a toda costa, sino de poder relacionarnos de forma más amable y consciente con lo que sentimos. Eso, en sí mismo, es un acto terapéutico muy poderoso”.

Resultados observables y medibles

Diversas investigaciones respaldan los efectos positivos del mindfulness en la salud mental. La práctica regular ha demostrado:

  • Disminución de la ansiedad y los niveles de cortisol (hormona del estrés)
  • Alivio de síntomas depresivos
  • Mejora significativa en la calidad del sueño
  • Aumento de la concentración, la atención sostenida y la regulación emocional

“Lo vemos también en consulta: pacientes que, en pocas semanas, logran tener mayor claridad para tomar decisiones, disminuir sus rumiaciones mentales o simplemente sentirse más conectados con su cuerpo y su vida”, afirma el psicólogo.

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Estas intervenciones, si bien pueden parecer sencillas, requieren de acompañamiento profesional, estructura y constancia. El mindfulness, en este contexto, se convierte en una herramienta de cambio profundo, que no sustituye otras formas de tratamiento, sino que las complementa y potencia.

El papel de la psicología clínica

En medio del auge de discursos de autoayuda, redes sociales saturadas de consejos rápidos y terapias sin respaldo científico, profesionales como Oswaldo Navarro insisten en la importancia de devolverle a la salud mental su lugar como derecho fundamental, y a la psicología clínica su rol orientador y ético.

“El mindfulness no es una moda. Es una práctica con sustento. Pero también es necesario diferenciar entre lo que se enseña en un contexto clínico, con rigor y cuidado, y lo que se difunde sin base en redes”, comenta. “Por eso es tan importante que estas herramientas sean guiadas desde la psicología profesional”.

Una invitación a reconectar con uno mismo

En una sociedad que valora la velocidad, la productividad y el hacer constante, el mindfulness aparece como una forma de resistencia suave: una pausa consciente para mirar hacia adentro, sin juzgar, y comenzar desde ahí a transformar la forma en que se habita el mundo.

“Hoy más que nunca, los nariñenses necesitan espacios de pausa, introspección y sanación. Y estas herramientas nos invitan a responder con humanidad a los desafíos que nos rodean, en lugar de reaccionar desde el miedo o el automatismo”, concluye Navarro.

En última instancia, lo que propone el mindfulness no es escapar de la realidad, sino habitarla de manera más plena, consciente y compasiva. Un camino posible —y necesario— para transformar no solo la salud mental individual, sino también el tejido emocional de toda una comunidad.