A pesar de contar con excelentes deportistas en las diferentes modalidades, la verdad es que, en nuestro departamento de Nariño, son muy contadas las alegrías que nos han entregado las actividades lúdicas, entre las que podemos contar un título mundial de boxeo, con el recordado Newton “Martillo” Villarreal y el título de campeón del fútbol profesional colombiano, logrado por el Deportivo Pasto en el primer semestre del 2006, hazaña que hizo enloquecer a la ciudad y al departamento.
Sin embargo, en las últimas horas, otro boxeador de nuestra región, Juan Diego Ortiz, conocido como “La Máquina”, nos brindó luego de varios años de ayuno, otra enorme alegría, al conquistar otro título mundial. En ese sentido, es de decir que como suele pasar con las grandes estrellas de Nariño, antes de brillar, eran muy pocos los que conocían su existencia, pero luego de su extraordinario triunfo ante el turco Serhat Guler, nuestro paisano y compatriota pasa a hacer parte de las grandes glorias del deporte colombiano.
En efecto, debemos reconocer que poco habíamos oído hablar de Juan Diego, hasta que, en las últimas horas, en el exótico y misterioso escenario de Estambul, despachó en el segundo round al ídolo turco, para pasar de un golpe- valga la expresión- a la gloria.
Creemos que en ese desconocimiento tuvo mucho que ver las enormes dificultades que afrontan los deportistas del departamento de Nariño, para poder surgir en nuestro medio, lo que en gran parte tiene que ver con precarias condiciones económicas, las que son la causa principal, para que nuestros deportistas tengan que buscar otros horizontes, para poder surgir y ser grandes campeones como es el caso actual de Juan Diego Ortiz.
Nos alegra sobremanera esta destacada conquista, que lo acaba de coronar como campeón internacional plata del Consejo Mundial de Boxeo WBC, en el peso mediano.
Fue una hazaña que el nariñense concreto en el corazón del Sinan Erdem Sport Complex, ante una multitud que esperaba ver el renacimiento de su figura nacional. Pero el que resurgió fue otro: un guerrero andino que peleó con corazón, hambre y patria.
Por eso, hoy podemos decir con mucho orgullo que Juan Diego Ortiz llevó consigo mucho más que un par de guantes. Llevó su origen, su nombre, su departamento región, y una manera de entender la vida: con esfuerzo silencioso y convicción inquebrantable. Su victoria no solo representa un triunfo deportivo, sino también un símbolo de resistencia y superación para el boxeo colombiano, que hacia muchos años no alcanzaba un logro de tal envergadura y que nos hizo añorar a nuestros grandes campeones mundiales, comenzando con los inolvidables, Antonio Cervantes Kid Pambele y Rodrigo Rocky Valdez.
Muy bien por Juan Diego Ortiz, nuestro nuevo ídolo, al que ahora se le abre un brillante panorama deportivo, puesto que ya se habla de una posible revancha que se realizaría en la ciudad de Pasto, lo que desde ya nos abre una gran expectativa.
Esta conquista, que hoy celebramos con el corazón, anima a todo un departamento, que como lo anotábamos al comienzo de esta nota editorial, tiene el privilegio de contar con maravillosos deportistas, hombres y mujeres, que, en medio de grandes sacrificios, tratan de surgir y dejar muy en alto el nombre de Nariño.
De ahí que esperamos que sean muchos y muchas, los que traten de seguir el ejemplo de Juan Diego, que nos acaba de demostrar que, con sacrificio, humildad, pero sobre todo con mucha fe y esperanza, se puede alcanzar lo que parece imposible.

