Por: Jhorman Montezuma
Pasto, capital del departamento de Nariño y municipio de sexta categoría, sigue arrastrando una deuda histórica con su desarrollo cultural. A pesar de ser una ciudad con profundas raíces artísticas y tradiciones tan significativas como el Carnaval de Negros y Blancos, no cuenta con escenarios adecuados para la cultura ni con un centro de convenciones digno de su estatus.
La semana pasada, se eligió a la nueva reina del Carnaval, un evento que se destacó en redes sociales, especialmente en TikTok, donde el carisma y la belleza de la mujer pastusa fueron elogiados. Sin embargo, este evento, que debería celebrarse en grande, una vez más se vio limitado por la falta de espacios apropiados. En años anteriores, las elecciones se realizaban incluso en las casas de las participantes, o en sectores improvisados como la carrera 27. Esta vez, se intentó hacer algo más abierto, pero con un pueblo literalmente «mojado», sin un lugar cubierto donde resguardarse. ¿La razón? Pasto no tiene un escenario público ni cerrado para grandes eventos culturales.
Mientras tanto, otras ciudades más pequeñas, como Popayán, cuentan con dos centros de convenciones. ¿Por qué Pasto sigue en el rezago? ¿Por qué seguimos improvisando en lugar de planificar? Es indignante que, siendo una ciudad de frontera, atractiva para el turismo, no haya voluntad política para consolidar un proyecto clave para su desarrollo económico y social.
El concejal de Pasto, ex candidato a la alcaldía, propuso la creación de un centro de convenciones. No obstante, la administración actual se ha negado repetidamente a avanzar en esta iniciativa. La Gobernación de Nariño también participó en reuniones en Bogotá con la Cámara de Comercio, pero hasta la fecha no hay resultados concretos. Solo promesas y reuniones, pero ningún ladrillo puesto.
Es momento de que los líderes locales dejen de lado la politiquería y trabajen juntos por proyectos reales. Pasto necesita un centro de convenciones moderno, con capacidad para acoger eventos nacionales e internacionales, exposiciones, ferias, encuentros académicos y culturales. Un espacio para el pueblo y del pueblo.
No es justo seguir en el atraso. Pasto tiene potencial para ser una ciudad avanzada, vibrante y atractiva para el mundo. Pero para lograrlo, hay que romper esquemas y pensar en grande. El llamado es claro: basta de excusas. Es hora de construir el futuro.

