Carlos Santamaria

Columnista Carlos Satamaria

Carlos Santa María

El amor es un sentimiento sublime, pleno de generosidad cuando es sincero, que entrega una parte del ser a otro para darle lo mejor de su atención, afecto y solidaridad. Por ello, en una pareja en el caso de la mujer-que se refiere al hombre también- se habla de compañera más que esposa (que viene de una atadura usada para la prisión), de amante, de amiga, lo que implica un nivel alto de afectividad proactiva.

Lo delicado es cuando este sentir desemboca en excesos que destruyen la tranquilidad de quienes no usan la razón, sino las emociones negativas sin aplicar lógica ni cognición.

Por ejemplo, cuentan que existen varias mujeres profundamente enamoradas de Petro como son Vicki, Paloma, María Fernanda, que hacen de este personaje su centro hasta tal punto que sus días y noches son dedicados a perseguir a su amor, preocupándose por saber qué hace y utilizando la malicia o espionaje para entender que dice, que piensa, cuando las menciona, con el fin de saber si son importantes para él. Es decir, su mente está alienada por este hombre que las desvela.

Sin embargo, hay algo muy peligroso cuando una enamorada se siente ofendida porque no la toman en cuenta y se produce el despecho, implicando grandes sufrimientos que pueden llegar a revertir lo anterior y se convierte en odio profundo. Entonces inicia el hablar mal de ese amante que no las determina, acusarlo de drogadicto para hacer creer que por eso no las arrulla, o simplemente su tendencia es a destruir al ex amor que nunca lo fue.

También es muy delicado que teniendo una pareja estable provoque conflictos familiares, pues su consorte termina dudando del amor personal al tener ellas otra imagen en su cerebro, haciendo que la relación marital pueda llevar definitivamente al caos, más aún, si posiblemente esa relación se ha basado en el prestigio o fortuna del otro y no en la sinceridad de sentimientos.

Pobre Gustavo: con “enamoradas” así no se puede vivir en paz.