Este es el primer planeta autodestructivo: se desintegra con cada órbita

Un nuevo hallazgo astronómico está desafiando lo que sabíamos sobre la dinámica entre planetas y estrellas. El protagonista es HIP 67522 b, un exoplaneta Un equipo internacional de astrónomos ha revelado un fenómeno nunca antes documentado. Se trata de HIP 67522 b, un planeta gaseoso del tamaño de Júpiter que, sorprendentemente, está contribuyendo directamente a su desaparición. Gracias a las observaciones del telescopio CHEOPS, de la Agencia Espacial Europea, los científicos detectaron que este exoplaneta desencadena llamaradas en su estrella, iniciando un lento proceso de autodestrucción.

Un planeta que enciende a su estrella

HIP 67522, ubicada a 490 años luz, es una estrella joven con solo 17 millones de años de edad. Por lo tanto, su campo magnético es altamente activo. Orbitándola se encuentra HIP 67522 b, que realiza un giro completo en apenas siete días. Como resultado de esta cercanía, el planeta logra interactuar con la estrella de manera tan intensa que provoca erupciones solares. Hasta ahora, se pensaba que las llamaradas eran siempre responsabilidad de la estrella, pero este hallazgo cambia el paradigma.

Las pruebas que convencieron a los astrónomos

Durante una serie de tránsitos planetarios, los investigadores detectaron al menos 15 llamaradas procedentes del sistema. Lo más revelador fue que ocurrieron justo cuando el planeta pasaba frente a su estrella, visto desde la Tierra. Por consiguiente, la hipótesis de que el planeta actuaba como disparador magnético ganó fuerza rápidamente.

Un destino sellado desde la órbita

Este tipo de interacción está erosionando la atmósfera del planeta. Formado por gases ligeros, HIP 67522 b pierde volumen constantemente. A este ritmo, los científicos estiman que en 100 millones de años su masa podría reducirse hasta el tamaño de Neptuno o incluso menos.

En definitiva, el caso de HIP 67522 b desafía nuestras suposiciones sobre la estabilidad planetaria. Ahora sabemos que un planeta no solo puede ser víctima de su estrella, sino también el motor de su propia extinción.