Carlos Santander, líder.

‘Para una abeja, una flor’ promueve el cuidado en Pasto

En las montañas verdes del corregimiento de Gualmatán, al sur del municipio de Pasto, se cultiva algo más que flores y árboles. Allí, en la finca La Birmania, un grupo de jóvenes trabaja con dedicación en un propósito vital: proteger a las abejas, esas pequeñas y valiosas aliadas de la vida. La iniciativa lleva por nombre “Para una abeja, una flor” y nace como un santuario natural en el que se promueve la conciencia ambiental y se crean condiciones seguras para la preservación de esta especie esencial para los ecosistemas.

Carlos Arturo Santander, líder de esta propuesta, explica que el proyecto surge ante la preocupación por el acelerado declive de las abejas en el mundo. “¿Sabías que existen más de 20.000 especies de abejas y que ellas son responsables de la polinización del 75% de los cultivos de alimentos que consumimos los seres humanos y otras especies? Su desaparición pondría en riesgo nuestra propia supervivencia. Por eso, este trabajo no es opcional: es urgente”, asegura.

Protección

La estrategia principal de “Para una abeja, una flor” es sencilla, pero poderosa: crear microhábitats donde las abejas puedan vivir, alimentarse y cumplir su función ecológica sin ser amenazadas por pesticidas, contaminación o destrucción del entorno. En La Birmania, los jóvenes han sembrado diversas especies florales nativas, han eliminado el uso de fumigantes químicos y han instalado pequeños espacios de refugio para los enjambres.

“No se trata solo de no matarlas. Se trata de devolverles un lugar digno, de aprender a coexistir con ellas. Las abejas no nos atacan, nos ayudan a vivir. Cada flor que sembramos, cada espacio que protegemos, es un paso hacia un planeta más equilibrado”, afirma Santander.

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Educación

Además de la labor ecológica en campo, el equipo de “Para una abeja, una flor” ha emprendido una cruzada pedagógica. A través de talleres, encuentros comunitarios y recorridos por la finca, buscan sensibilizar a niños, jóvenes y adultos sobre la importancia de las abejas y las formas cotidianas de contribuir a su protección.

Entre las recomendaciones que comparten están: evitar el uso de productos químicos en jardines y huertas, sembrar flores amigables para los polinizadores, no destruir panales, y actuar con respeto si una abeja aparece en casa o en el entorno laboral. “El miedo es natural, pero puede transformarse en cuidado si entendemos el rol que cumplen estos seres en el equilibrio del planeta”, señala uno de los voluntarios del proyecto.