En Pasto, el robo de tapas de alcantarilla, rejillas y sumideros se ha convertido en una problemática silenciosa pero peligrosa, que afecta no solo la infraestructura urbana, sino también la seguridad ciudadana y el medio ambiente. Aunque no existen cifras oficiales actualizadas para la ciudad, medios locales han alertado sobre la creciente frecuencia de estos hurtos, que siguen el mismo patrón observado en otras capitales del país como Bogotá, donde se reportaron más de 3.000 robos en un solo año.
Estos elementos, fabricados en hierro o materiales metálicos, son extraídos por delincuentes para venderlos como chatarra a precios irrisorios, mientras que su reposición le cuesta al municipio hasta un millón de pesos por unidad. El problema no es solo económico: la ausencia de tapas expone a peatones, ciclistas y motociclistas a caídas que pueden ser fatales, y facilita la obstrucción de los sistemas de drenaje, provocando inundaciones y contaminación.

