La historia se repite: Villavicencio amaneció nuevamente bajo el agua. Las fuertes lluvias de las últimas horas dejaron a su paso decenas de viviendas afectadas, vías intransitables, familias evacuadas y una ciudad atrapada entre la emergencia y la impotencia. Pero esta vez, más que una tragedia inesperada, el desastre se perfila como una consecuencia directa de la falta de planificación y gestión adecuada del territorio.
No fue sorpresa. Fue negligencia.
La comunidad ya había encendido las alertas desde hace meses. Diversas organizaciones sociales, líderes ambientales y ciudadanos venían señalando los riesgos inminentes ante la ocupación descontrolada del suelo, la deforestación de zonas clave y la presión sobre las cuencas hídricas. Sin embargo, las advertencias fueron ignoradas o postergadas, y hoy los resultados son devastadores.
Uno de los pronunciamientos más claros vino por parte del ingeniero ambiental camilo Pereira, quien expresó su preocupación de forma contundente:
«Villavicencio está otra vez bajo el agua… pero no por sorpresa, sino por falta de planificación. Levanto la voz por las familias afectadas y por la necesidad urgente de proteger nuestras cuencas. ¡Ya es hora de actuar con responsabilidad!»
El experto propuso una salida estructural al problema, más allá de las soluciones reactivas que suelen aplicarse en cada temporada de lluvias:
«Propongo una mesa técnica interinstitucional, con participación de expertos, comunidades y autoridades, que tome decisiones firmes y priorice un ordenamiento territorial responsable. Si no cambiamos el enfoque, seguiremos lamentando tragedias evitables.»
La falta de drenajes adecuados, construcciones en zonas de alto riesgo, la pérdida de cobertura vegetal y la poca inversión en infraestructura resiliente son parte del diagnóstico que muchos comparten desde hace años. El desbordamiento de ríos como el Guatiquía y el Ocoa ya no debería ser motivo de sorpresa, sino de intervención inmediata.
Un llamado a la solidaridad… y a la acción
Mientras cientos de familias enfrentan hoy la pérdida de sus bienes y hogares, se hace urgente acompañarlas con ayudas inmediatas, pero también con soluciones de fondo. El ingeniero concluyó su mensaje con un gesto de empatía:
«Mi solidaridad con quienes hoy lo han perdido todo. Pero más allá del dolor, debemos actuar para que esto no se repita.»
La situación en Villavicencio es una alarma que debe ser escuchada no solo a nivel local, sino nacional. Las ciudades intermedias como esta enfrentan retos crecientes frente al cambio climático y al crecimiento urbano desordenado. Solo con voluntad política, planificación técnica y participación ciudadana será posible construir un territorio verdaderamente sostenible y seguro.

