Por: Fernando Alexis Jiménez
Millares de menores de edad se rebuscan en los semáforos, en las estaciones del transporte masivo, a las afueras de los supermercados y donde usted menos lo espera.
Como era previsible, en una Colombia polarizada donde todos están contra todos como si esa actitud nos fuera a sacar de la crisis que atravesamos, era previsible que la conmemoración del Día de la Lucha contra el Trabajo Infantil pasara desapercibida. Sin pena ni gloria.
Pero, aunque hayamos olvidado que era el 12 de junio y quedara ahogada entre los múltiples titulares de la radio, la prensa y la revisión, la explotación de los menores de edad es una realidad. Algunos sobreviven para ganarse cualquier peso y llevarlo a la familia.
De acuerdo con el DANE, en su más reciente informe, aproximadamente 310,000 niños y niñas entre 5 y 17 años trabajaban en el país.
La tasa de trabajo infantil (TTI) en Colombia, que incluye a niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años, disminuyó de 3.4% en 2022 a 2.9% en 2023, lo que significa que 197,466 menores ya no están trabajando, de acuerdo con el DANE.
La tasa de trabajo infantil ampliada (TTIA), que incluye oficios del hogar por 15 o más horas a la semana, también bajó de 11% a 10% entre 2022 y 2023.
A pesar de esta disminución, el trabajo infantil sigue siendo una problemática importante en el territorio colombiano. Los sectores económicos donde más se registra trabajo infantil son la agricultura, ganadería, comercio, hoteles y restaurantes.
Pero, aunque las cifras puedan sonar alentadoras y nos encontremos a las puertas de que termine un estudio amplio de cómo fue el comportamiento del trabajo infantil en el 2024, no se concibe que hayan pequeños y pequeñas y adolescentes, poniéndole la trampa al centavo.
Es cierto, muchos de ellos lo hacen para ayudar a los ingresos familiares; pero con todo y eso, su mayor ocupación debería ser la de estudiar, hacer sus quehaceres escolares y tener esparcimiento, como todo niño.
Y aunque en la agenda pública de los colombianos haya otros temas, jamás podemos olvidarnos de esta realidad: nuestra niñez que aún trabaja.

