Este 27 de junio se conmemora el Día Internacional de la Sordoceguera, una fecha aprobada oficialmente por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2025 mediante la resolución A/RES/79/294. Su objetivo es reconocer esta condición como una discapacidad única que requiere enfoques específicos y políticas inclusivas adaptadas.

Una condición diferenciada, con desafíos propios
La sordoceguera combina una deficiencia visual y auditiva que impide que uno de los sentidos compense la pérdida del otro. Esto la convierte en una discapacidad con características, retos y necesidades distintas a las de las personas sordas o ciegas por separado. Sin este reconocimiento, muchas personas sordociegas quedan excluidas de estadísticas oficiales, programas sociales e incluso del acceso a servicios básicos.
El rol de los intérpretes y la inclusión
Para lograr una verdadera inclusión, el trabajo de guías intérpretes y profesionales de apoyo es esencial. Ellos permiten que las personas sordociegas accedan a la información, la comunicación y puedan participar de manera autónoma en su comunidad. Sin este acompañamiento, el entorno sigue siendo inaccesible y, muchas veces, hostil.
Un homenaje a Helen Keller
La elección del 27 de junio no es casual. Ese día, en 1880, nació Helen Keller, escritora y activista estadounidense que perdió la vista y el oído a los dos años. Su vida es símbolo de perseverancia y lucha por la igualdad. Fue la primera persona sordociega en graduarse de una universidad, dejando un legado que inspiró generaciones.
