JORGE HERNANDO CARVAJAL P
Siempre sobre alguien a quien no se le puede ver la cara ni se le sabe el nombre surgen toda clase de mitos, como ocurre en estos momentos con el adolescente de 14 años que atentó contra la vida del precandidato a la presidencia de la República y Senador, Miguel Uribe.
Ahora, las versiones que corren es que a pesar de que no sabemos su nombre, a futuro se le va a cambiar el nombre, como una medida de seguridad.
Pero ayer la versión que más me llamó la atención es que los periodistas investigadores se han averiguado que al muchacho le iban a pagar 20 millones de pesos, por la cabeza del congresista, lo que yo me resisto a creer.
Primero, porque las autoridades ya establecieron los antecedentes del implicado, quien no es ninguna “pera en dulce”, como se suele decir, puesto que presenta anotaciones por presuntamente haber participado en un caso de homicidio y también en un robo.
Por eso me cuesta trabajo pensar en que este muchacho, que, a pesar de su corta edad, ya tenía prontuario criminal, iba a ser un trabajo semejante, por tan poca plata, porque no nos metamos mentiras, en estos tiempos 20 millones de pesos, no son nada.
También me llamó la atención que supuestamente al adolescente le iban a pagar los mentados 20 millones de pesos, luego de haber matado a Miguel Uribe.
De ser esto cierto, no queda más que pensar una cosa; al muchacho una vez cumplida su misión criminal, no le iban a pagar los 20 millones de pesos prometidos, sino que también lo iban a asesinar y desaparecer. Después de todo, vivimos en un país, como Colombia, donde esas cosas son de común ocurrencia, como las que los niños asesinen a candidatos presidenciales.