Narciso Obando López, Pbro.

HACER SOCIEDAD DESDE NUESTRAS DIFERENCIAS

Por: Narciso Obando López, Pbro.

La ciudadanía es un espacio en donde todos nos podemos encontrar como iguales: Niños o adultos, hombres o mujeres, nacidos aquí o en otro lugar, somos ciudadanos en tanto tenemos ciertos derechos fundamentales.

Parte esencial de la ciudadanía es el reconocimiento: Reconocer que el otro es igual a mí en dignidad y derechos. Que pese a todas las diferencias que podamos tener, es un ciudadano, igual que yo. Desafortunadamente hoy en día, a veces, parece que no tenemos absolutamente nada en común con quienes piensan distinto.

La crítica, la burla, y la violencia aparecen como el camino más común, o incluso el más razonable frente a diferencias que nos parecen irreconciliables. Precisamente por eso necesitamos reconocer que hay un espacio en que nadie es más importante, y en que todos somos valiosos y necesarios. No podemos conformar una sociedad desde nuestras vidas individuales, o de nuestro grupo de amigos y conocidos. Solo podemos hacer sociedad juntos, desde nuestras diferencias.

El Papa Francisco, nos impulsó precisamente a buscar espacios recurrentes de diálogo más que de confrontación; espacios de encuentro más que división; caminos de amistosa discrepancia, porque se difiere con respeto entre personas que caminan en la búsqueda honesta de avanzar en comunidad hacia una renovada convivencia nacional.

Podemos encontrarnos con el otro trabajando juntos, experimentando un mismo problema, estudiando. Debemos recordar que ese otro, en algún punto, en su dignidad y derechos, es un otro yo, creado a imagen y semejanza de Dios, ante Quien todos somos iguales.

Hoy más que nunca, debemos ver con claridad las diferencias que nos separan, y necesitamos ser capaces de encontrar puntos en común, un espacio propiamente de ciudadanía. Dialogar, para que triunfe el respeto de los derechos y de las necesidades de todos, especialmente de los pobres, los marginados y los indefensos.

El gusto y hábito de reconocer al otro implica, el derecho de ser él mismo y de ser diferente. A partir de ese reconocimiento hecho cultura se vuelve posible la gestación de un pacto social. Debemos tener en cuenta que, detrás del rechazo de determinadas formas visibles de violencia, suele esconderse otra violencia más solapada: La de quienes desprecian al diferente, sobre todo cuando sus reclamos perjudican de algún modo los propios intereses o ideologías.