Artista nariñense brilla por su talento en tierras antioqueñas

Detrás de cada trazo de tinta, hay una historia. En el caso de Juan Ángel Romo Gonzales, esa historia comienza en Pasto, su tierra natal, donde nació su amor por el arte, por la estética visual y, sobre todo, por el tatuaje como forma de expresión profunda y personal. Hoy, a sus 18 años, este joven pastuso brilla en Medellín, una ciudad conocida por su efervescente cultura urbana, llevando consigo el espíritu creativo de su tierra nariñense.

Juan Ángel no solo tatúa por oficio, lo hace por vocación. Cada línea que marca sobre la piel de sus clientes está impregnada de un compromiso con la belleza, el respeto por el cuerpo como lienzo y la pasión por un arte que para muchos es todavía incomprendido. Su historia es un ejemplo del talento que nace en los barrios del sur de Colombia y se proyecta al mundo sin perder su esencia.

Desde niño, soñó con ser tatuador. No por moda, sino por auténtica admiración hacia quienes hacen del tatuaje una manifestación artística legítima. “Empecé copiando diseños, viendo videos, analizando estilos. Lo que más me atraía era la idea de que el cuerpo también puede hablar a través del arte”, cuenta Juan Ángel, quien lleva ya 25 tatuajes en su propio cuerpo, como una galería viviente de su proceso creativo. Su estilo, centrado en el black work con influencias del anime, le ha permitido consolidar una identidad visual clara, sobria y poderosa. En un universo donde el color y el realismo a menudo dominan, Juan Ángel apuesta por la fuerza del blanco y negro, por las sombras que transmiten emociones, y por las líneas limpias que narran historias visuales.