Líderes indígenas representantes de las comunidades Pasto y Quillasinga durante los preparativos del Inti Raymi, Yesid Yandún, Bayron Yama, Teófilo Moreno, Polivio Rosales, Gilberto Tapie, Jesús Cuasapud, Jairo Yandún, Andrés Pinchao, Carlos Fualpaz, Armando Cuaspud, Andrés Atiz, Carlos Mueses y Armando Cuasmayán.

Pueblos indígenas se alistan para celebrar el Inti Raymi

Las comunidades Pasto y Quillasinga reviven la Fiesta del Sol como un acto espiritual, cultural y político que fortalece su identidad andina y busca el respeto por los espacios ancestrales.

Durante el mes de junio, los pueblos indígenas Pasto y Quillasinga, asentados en el sur de Nariño, intensifican los preparativos para una de las celebraciones más significativas de su calendario cultural: el Inti Raymi, también conocida como la Fiesta del Sol. Esta conmemoración ancestral, que reúne a las 31 comunidades reconocidas oficialmente, constituye mucho más que una simple festividad. Se trata de un espacio de memoria, dignidad y resistencia, profundamente conectado con la cosmovisión andina.

Para las comunidades indígenas, el Inti Raymi representa una oportunidad sagrada para agradecer al Sol por la vida, el tiempo, la cosecha y la renovación espiritual. Es también un acto de reafirmación cultural que refuerza la conexión con la tierra, los elementos naturales y los saberes heredados de los abuelos. Sin embargo, más allá de lo simbólico y ritual, el Inti Raymi se ha convertido con el tiempo en una manifestación política y de reivindicación de derechos, como lo expresó el vocero indígena Polivio Leandro Rosales.

Memoria

“El Inti Raymi no puede ser entendido como una fiesta folclórica o turística. Es una celebración profundamente espiritual que nos pertenece como pueblos andinos. No se puede permitir que personas no indígenas organicen actos paralelos en nombre del Inti Raymi, despojándola de su esencia y su significado real”, advirtió Rosales, quien recalcó que la organización de esta fiesta debe ser liderada exclusivamente por las comunidades indígenas.

Una parte fundamental del proceso ha sido el rescate y reconstrucción de las tradiciones que por años estuvieron en riesgo de desaparecer. Rosales recordó que uno de los momentos más importantes en este camino de recuperación ocurrió en el año 2001, cuando varias comunidades del pueblo Pasto decidieron volver a celebrar el Inti Raymi, luego de décadas de silencio cultural forzado.

Legitimidad

“Ese año fue clave. Fue una apuesta política y cultural muy clara: recuperar lo nuestro. Desde entonces, el Inti Raymi se ha convertido en una plataforma para sanar heridas históricas, fortalecer nuestros procesos organizativos y consolidar una identidad que durante mucho tiempo fue marginada y negada”, afirmó.

Con el tiempo, esta festividad ha fortalecido no solo el tejido comunitario, sino también el reconocimiento social hacia los pueblos indígenas del sur de Colombia. Hoy, el Inti Raymi es visto por muchos como una expresión de dignidad colectiva, que trasciende los territorios y se proyecta hacia toda la región andina.

El proceso de legitimación del Inti Raymi ha estado acompañado por un reconocimiento creciente de su valor simbólico y educativo. A través de la fiesta, las nuevas generaciones han tenido la oportunidad de conectarse con sus raíces, aprender de los mayores y participar activamente en los procesos de transmisión oral y espiritual.