Tras hundir la propuesta de Consulta Popular, varios congresistas propusieron revivir la discusión de la Reforma Laboral. Obviamente saben que el tiempo no alcanzará para sacar adelante la iniciativa de aquí a julio. En pocas palabras, nuevamente le darán sepultura de tercera categoría.
Es evidente que el tiempo se ha convertido en un factor crítico que dificulta seriamente la discusión a fondo y la eventual aprobación del proyecto.
Varios elementos confluyen para crear este escenario de premura que compromete la calidad del debate y la posibilidad de alcanzar consensos amplios.
En primer lugar, el calendario legislativo es implacable. Con el periodo de sesiones acercándose a su fin y la proximidad de las campañas electorales para las próximas contiendas, la ventana de oportunidades para abordar un tema tan complejo y divisivo como la reforma laboral se reduce drásticamente.
Los congresistas inevitablemente comenzarán a enfocar sus esfuerzos en actividades proselitistas y en la conclusión de otros proyectos de ley que también demandan atención, dejando poco espacio para un debate exhaustivo sobre las implicaciones de la reforma laboral.
En segundo lugar, la propia naturaleza de la reforma laboral exige un análisis detallado y una discusión pausada. Se trata de un conjunto de medidas que impactarán profundamente las relaciones entre empleadores y trabajadores, con potenciales efectos significativos en la economía nacional.
Acelerar su trámite legislativo podría llevar a la aprobación de un texto con vacíos, inconsistencias o consecuencias no deseadas, simplemente por la falta de tiempo para considerar adecuadamente todas las perspectivas y realizar los ajustes necesarios.
Además, la polarización política que caracteriza el panorama colombiano actual añade una capa adicional de complejidad.
La reforma laboral, por su propia esencia, tiende a generar posiciones encontradas entre diferentes sectores de la sociedad.
Finalmente, es importante considerar la necesidad de una amplia participación de los actores involucrados. Los colombianos de a pie, tienen muchas expectativas, pero es posible, terminen de nuevo desilusionados.