El pasado martes 3 de junio, una mujer de 49 años en Duitama y un hombre de 44 en Toca perdieron la vida al caer en reservorios. Los casos, registrados el mismo día, reabren el debate sobre la falta de prevención, la urgencia de políticas reales de seguridad hídrica y el creciente riesgo que enfrentan adultos mayores.
Dos tragedias, un mismo dolor: muertes por inmersión sacuden al departamento boyacense
El pasado martes 3 de junio de 2025, Boyacá volvió a quedar estremecida por dos muertes por inmersión registradas en un mismo día. Esta vez, una mujer de 49 años y un hombre de 44 fueron las víctimas. Ambos casos ocurrieron en reservorios de agua ubicados en zonas rurales de Duitama y Toca, y encendieron nuevamente las alarmas sobre un tema que ya no admite más indiferencia: el riesgo real que representan estos cuerpos de agua sin control ni prevención adecuada.
El primer caso: tragedia en Toca
Yimmy Molano, un agricultor de 44 años, fue hallado sin vida en un reservorio de la vereda Tuaneca Arriba, en Toca. Llevaba desaparecido desde el viernes 30 de mayo. Prendas como su ruana y cachucha fueron encontradas en la orilla del cuerpo de agua, lo que alertó a los vecinos y permitió que los Bomberos de Toca iniciaran la búsqueda.
“Se dedujo que era un caso de ahogamiento y nos desplazamos hasta ese sitio para hacer las labores pertinentes… era un señor que laboraba como agricultor en el sector”, indicó el comandante Pablo Tobasura.
El cuerpo fue recuperado y los actos urgentes quedaron en manos de las autoridades judiciales competentes.
El segundo golpe: una madre muere ahogada en Duitama
Horas después, el drama se repitió. Esta vez en el barrio San Antonio Norte de Duitama, donde Marlen Estupiñán Gallo, de 49 años, madre de dos menores, fue hallada sin vida dentro de un reservorio ubicado en el sector de Campo Hermoso.
“Nos reportaron que una persona se había caído al agua, pero no tenemos certeza de cómo fue que cayó allí. Cuando llegamos ya la mujer estaba sin signos vitales… este año no habíamos tenido rescates en agua en Duitama”, afirmó Thomas Cerón, director de la Defensa Civil.
¿Casos aislados? No. Es una tendencia preocupante
Durante lo corrido del año 2025, Boyacá y regiones vecinas han reportado múltiples casos de inmersión:
- En Paipa, un joven falleció en un pozo termal en predios privados del Ideboy.
- En la provincia de Occidente (Boyacá), otros casos estremecieron comunidades rurales.
- En la provincia de Ubaté (Cundinamarca), al menos dos adultos mayores murieron por inmersión.
Ya no se trata de casualidades. Es una tendencia. Es una alerta. Es una crisis silenciosa que exige medidas inmediatas.
¿Y ahora qué? El debate de fondo
Educación en seguridad hídrica: una necesidad inaplazable
¿Por qué las comunidades rurales no cuentan con capacitación básica en rescate acuático, primeros auxilios o natación? No se trata de que todos sean socorristas, pero sí de que tengan herramientas para actuar en casos de emergencia. Estos conocimientos pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Además, deben existir jornadas periódicas de sensibilización en instituciones educativas rurales y urbanas, orientadas a niños, jóvenes y adultos mayores, donde se enseñen los protocolos básicos de seguridad en cuerpos de agua.
Otra solución clave podría ser establecer rutas de emergencia comunitarias, donde cada vereda tenga personal capacitado que sepa actuar ante un caso de inmersión y cuente con acceso rápido a líneas de emergencia. El fortalecimiento de redes comunitarias de atención primaria también puede mejorar la capacidad de respuesta.
¿Reservorios con cerramiento? Una solución compleja pero posible
Muchos piden cerramientos obligatorios en reservorios. Pero hay un dilema:
- ¿Quién asume los costos? Las comunidades rurales, en su mayoría de bajos recursos, no pueden costear mallas, cercas o estructuras seguras. En este caso, debe existir un acompañamiento estatal, ya sea por medio de subsidios o proyectos de cofinanciación, donde las alcaldías municipales en alianza con entes departamentales gestionen recursos para implementar estas medidas de seguridad.
- ¿Cómo garantizar acceso a los campesinos sin comprometer la seguridad? Es posible diseñar cerramientos con puertas controladas, señalización y mecanismos de acceso seguros, que permitan a los campesinos utilizar el agua para riego o consumo animal, sin dejar expuesto el espacio a transeúntes o a menores sin supervisión.loading...
- ¿Cómo se regula esto legalmente? A través de acuerdos municipales o reglamentos territoriales que incluyan normativas específicas para cuerpos de agua en predios rurales. Esto debería articularse con la gestión del riesgo bajo la Ley 1523 de 2012, que permite intervenir zonas vulnerables cuando representan peligro para la vida humana.
Implicaciones legales y responsabilidad compartida
Ambos casos son investigados por autoridades judiciales. Aunque no hay indicios de delitos en estos hechos, sí hay una reflexión importante: ¿hay responsabilidad del Estado por no prevenir este tipo de riesgos en sectores donde es evidente el peligro?
La Constitución y la Ley 1523 de 2012 imponen al Estado el deber de proteger la vida y promover la gestión del riesgo. Y esto incluye zonas rurales y urbanas donde los cuerpos de agua representan amenaza constante.
Un cierre con dolor… y con llamado
Yimmy Molano y Marlen Estupiñán no son solo nombres. Son padres, madres, trabajadores, ciudadanos. Dejaron familias rotas. Dejaron preguntas abiertas.
Desde este medio, enviamos nuestras más sinceras condolencias a sus seres queridos. Pero más allá del duelo, nos unimos al llamado urgente para que Boyacá actúe. Que no se vuelvan paisaje las noticias de muertes por inmersión. Que seamos capaces de aprender, prevenir y proteger.
«No basta con lamentarse cuando ya hay un cuerpo sin vida. Hay que actuar antes, no después», expresó un ciudadano tras la tragedia en Duitama.
Pilas con el paso, no todo cuerpo de agua es inocente
Los reservorios, aunque parecen tranquilos, también pueden convertirse en trampas silenciosas si no se toman precauciones. Nadie está exento de un accidente. Por eso, el llamado es claro: tengamos más conciencia de dónde estamos y qué riesgos asumimos. A veces un descuido mínimo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
En zonas rurales y urbanas, donde muchas veces se camina entre potreros, bordes de quebradas o estanques sin ningún tipo de señalización, la responsabilidad personal también entra en juego. No se trata de vivir con miedo, pero sí con mayor atención. Si caminamos solos, si conocemos adultos mayores, niños o personas vulnerables que circulan por esos lugares, seamos solidarios, acompañemos, informemos, ayudemos.
Porque sí, hay accidentes, pero también hay muchos que se pueden evitar. Y esa es la diferencia que debemos empezar a construir.

