Por: Ricardo Sarasty
En un entorno social tan proclive a mitificar las personas en atención a su bondad, valentía, humildad y el servicio eficaz, se debe de cuidar que no se termine dándole más importancia a la anécdota y la leyenda que al talante intelectual e histórico. Pues de lo que se trata es de conservar la real imagen del ser humano, para ilustrar la lucha, el temple necesario para mantenerse en ella por dura que sea y el uso de la razón para no ceder o ante la vanidad que acompaña al triunfo o ante el menosprecio que llega con el fracaso.
La historia de José Mujica Cordalo es como la del país al que gobernó demostrando que la utopía no es lo imposible. La República Oriental del Uruguay, nombre que dicho y escuchado conduce a pensar, casi que, en un imperio, solo que, si se ve desde la manera común de hacer referencia al mismo, El Uruguay, se convierte en ese espacio pequeño que se avizora como una casita afable. Este país es el segundo más pequeño de América del sur, mide 176.215 kilómetros cuadros de tierra en el continente. Se encuentra entre Argentina, Brasil y el Paraguay. Fue Fundado y colonizado por españoles y portugueses quienes enfrentaron a los charrúas, indígenas que no fueron fáciles de doblegar. Hoy se habla de la garra charrúa para aludir a la manera como juegan los futbolistas uruguayos, con esa fuerza y pundonor con la que también lograrían su independencia en 1828, peleando contra España a la vez que contra el imperio del Brasil y lo que se conoció como las Provincias Unidas del Río de la Plata.
En uno de los noticieros de la televisión la periodista, responsable de la crónica sobre la vida de Pepe Mujica, afirmaba que lo increíble en este personaje era la admiración despertada a pesar de ser el gobernante de un país no muy importante, sin embargo, había logrado que todo el mundo reparar en su forma de ser y estuviera atento a lo que dijera. Mas cuando en su pasado estaba la reseña de guerrilero condenado a 13 años de cárcel. Ante tanto desconocimiento sumado, casi que se está obligado pensar en el instante mismo, en lo insoportable de la inmediatez. Porque ni el Uruguay es otro país más en el mapamundi, ni su fallecido expresidente un ser en el que es casi inconcebible tanta grandeza. Del país se debe conocer que durante la primera mitad del siglo XX fue, con Argentina, el mayor receptor de población inmigrante proveniente de Europa. Luego durante la postguerra también con Argentina, fue la despensa agrícola de Europa. Bonanza económica que le permitió establecer niveles de vida confortables y estructurar un sistema educativo de alta calidad, apoyado en reformas laborales y sociales para el momento revolucionarias. No obstante, la ´pobreza también se hizo notable, en la zona rural bajo el gobierno de dos únicos partidos políticos.
Con respecto a Pepe. Él igual a muchos jóvenes de los años 70 en América latina, ante la imposibilidad de lograr mediante el voto un cambio de gobierno hacia otro que garantizara la distribución de la riqueza con justicia, optó por unirse a la insurgencia armada y pelear con contra una dictadura militar tan cruel como la chilena y argentina. Logrando sobre vivir a todos los vejámenes. Para ya en la madurez y en la libertad, con las secuelas y cicatrices dejadas por esa lucha, ansiar la paz y la justicia, pero alcanzadas en el debate político. Con esa convicción fue elegido senador y presidente en un país que casi se queda sin gente durante la dictadura, tanto así que uno de sus escritores recordaba haber leído sobre uno de los muros de Montevideo: “el ultimo que salga apaga la luz”. ricardosarasty32@hotmail.com

