Desde una vereda aislada de Cumbal, donde no llega la señal, ni el ruido de la ciudad, ni el acceso fácil a la tecnología, surge el talento de Carlos Aza, un joven pintor empírico que ha convertido la soledad de las montañas en lienzos llenos de vida y color.
Carlos descubrió su pasión desde niño, cuando el dibujo era para él solo un juego, una distracción. En el colegio pasaba las horas pintando, incluso cuando le llamaban la atención por no estar “poniendo cuidado”. Pero él nunca soltó el lápiz. Dibujaba paisajes, personajes de anime, caricaturas que nacían de su imaginación y de lo poco que podía observar en su entorno. Sin internet, ni tutoriales, ni profesores de arte, Carlos se formó a pulso, con práctica diaria y una pasión que no conoce límites.
Empezó con lápiz y carboncillo, luego se aventuró con lápices de colores y más tarde, con pinceles y pintura, encontró en los murales una nueva forma de expresión. Ha pintado en su pueblo y en la ciudad de Ipiales. Incluso, su talento ya ha llamado la atención de instituciones: el Ejército lo contactó tras ver sus videos en redes sociales como Carlos Aza, y lo invitó a plasmar su arte en un mural.
Carlos dice que cada vez que termina una obra, se siente más motivado a seguir. Sueña con estudiar Artes, no solo para perfeccionar su técnica, sino para poder explicar sus obras, entenderlas y compartir su significado.
Tiene un mensaje claro: “Todos tenemos un talento, y lo importante es practicarlo, no desperdiciar el potencial y hacer lo que nos gusta.”
Si quieres apoyar su trabajo o encargar una obra, puedes contactarlo al 322 966 9971 o en Facebook como Carlos Aza. Porque el arte, como el de Carlos, también nace en las alturas.
PIE DE FOTO Carlo Aza busca una oportunidad, una ventana para vivir de su arte y que más personas conozcan lo que ha construido desde el silencio y la constancia.

