Las grandes y graves incoherencias que han caracterizado el gobierno del presidente de la República, Gustavo Petro no cesan y un claro ejemplo de esto, es el asilo que le acaba de conceder al expresidente de Panamá, Ricardo Martinelli, condenado por corrupción en su país.
Realmente, por más que nos esforzamos no entendemos la razón que llevó al presidente Petro, a otorgar este asilo, a una persona con quien en el pasado tuvo serias deferencias; pero además hay que tener en cuenta que, en Panamá, el señor Martinelli es ampliamente conocido por sus trapisondas, motivo por el cual fue condenado por corrupción y lavado de activos y para escapar de la cárcel, se refugió en la embajada de Nicaragua, donde le pidió asilo al Gobierno colombiano, el cual le fue concedido casi a escondidas.
Esa es la razón, por la que, en las últimas horas, se pudo ver al señor Martinelli, en un establecimiento de la ciudad de Bogotá, muerto de la risa, muy feliz y contento, acompañado de varias personas, ya disfrutando de un asilo, que ya comenzó a ser causa de una enorme polémica, tanto en el paìs, como en el exterior.
Al parecer al mandatario nacional le ha dado por abrirles la puerta de nuestra paìs, a grandes delincuentes, lo que no sería la primera vez y en ese sentido, no estamos insultando al señor Martinelli, puesto que, a los ojos de cualquier autoridad, él es un ladrón de cuello blanco, que aprovechando su condición de presente se apoderó de grandes cantidades de dinero, por lo que no es gratuita la Circular Roja que tiene de Interpol ni su condena a más de 10 años de prisión por corrupción y lavado de activos.
Pero aparte, de brindarle este asilo al controvertido Ricardo Martinelli, condenado en Panamá, por varios delitos, el señor presidente de la República de Colombia, parece olvidar que hace algunos años, él en su condición de congresista, atacó duramente a Martinelli, acusándolo de acciones judiciales y políticas reprochables, “en complicidad” con el expresidente Álvaro Uribe, además de señalarlo como participe de los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht.
Por ello, en estos momentos, mientras el presidente Gustavo Petro se encuentra en China, dejó en Colombia, una oleada de críticas y mensajes de censura, especialmente en los sectores políticos, donde se habla de la incoherencia presidencial, de concederle el asilo a una persona de los antecedentes del exmandatario panameño, a la que el mismo había señalado como un presunto delincuente.
Lo cierto, es que según los mensajes que circulan por doquier el presidente Gustavo Petro, está dejando muchas dudas e inquietudes, en torno a este asilo. Además, para completar la polémica causada por esta acción, se le critica al presidente Petro, el que este procedimiento se haya hecho de manera casi clandestina, sin que hubiera existido información previa al respecto, en torno a este asilo a Martinelli, quien, durante más de un año, se mantuvo recluido en la embajada de Nicaragua, en Ciudad de Panamá.
Lo grave de todo este asunto, es que el Gobierno Colombiano, aparte del misterio, con el que llevó a cabo este proceso de asilo, no se refirió a los antecedentes penales del beneficiado, lo que deja en firme la opinión ya generalizada de que Gustavo Petro, sigue actuando de manera incoherente, lo cual es motivo de una gran preocupación en el país.
¿Qué hay detrás de este enigmático entramado diplomático, al que el mandatario nacional no le puso cara, puesto que se fue para la China? Ese es el interrogante que nos hacemos no solo en Colombia, sino en varias partes del mundo.

