Por: Aníbal Arévalo Rosero
La consulta popular es uno de los mecanismos de participación popular consagrados en la Constitución Política de Colombia en sus artículos del 103 al 105 y es una forma de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía. Entre estos tenemos el voto, el plebiscito, el referendo, la consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato. Cada uno de ellos con un fin preciso.
El voto da la facultad de elegir y ser elegido; el plebiscito es una consulta popular sobre una decisión de carácter nacional; el referendo es una consulta popular sobre un proyecto de ley o reforma constitucional; la consulta popular es la institución que le pregunta al ciudadano si quiere que hagan cambios de interés general a nivel territorial o nacional; el cabildo abierto es un espacio donde se debaten temas de la comunidad; la iniciativa legislativa, los ciudadanos pueden proponer normas o leyes y la revocatoria del mandato, los ciudadanos pueden destituir a un gobernante elegido.
En el caso que nos ocupa, la consulta popular para que esta tenga validez se requiere obtener la tercera parte de los ciudadanos habilitados para votar. En la actualidad el censo electoral corresponde a 40.963.370 de ciudadanos. Es decir, deben participar en la consulta 13.654.457 de ciudadanos y deben votar afirmativamente la mitad más uno, es decir 6.827.229.
Si tenemos en cuenta que Gustavo Petro sacón en la segunda vuelta una votación de 11.291.987 votos, quiere decir que se tiene que hacer un esfuerzo grande por conseguir esa diferencia. Es decir, se tiene que buscar votos en otros partidos, en la población abstencionista, en los que son seguidores de otros candidatos, pero simpatizan con la reforma laboral. No es muy fácil, a pesar de las marchas multitudinarias, teniendo en cuenta que el elector está acostumbrado a votar por un candidato conocido o ser su partido, y, sobre todo, cuando un candidato empuja al elector con otros intereses.
Como dijo Andrés Manuel López Obrador, expresidente de México: “para ganar la presidencia y que no nos hicieran fraude, tuvimos que trabajar para sacar el triple de la votación”. Eso mismo se tiene que hacer en Colombia, conquistar la voluntad de los trabajadores que se van a beneficiar con la modificación de la jornada laboral, el pago de extras, nocturnas y dominicales y festivos.
Un reto muy grande es contrarrestar la campaña de desinformación de la derecha, que, si bien en amplios sectores no les prestan atención, la repetición de la repetidera va calando en el subconsciente del ciudadano. Algo han de pescar con tantos medios de comunicación poderosos que mienten de noche y de día, más las bodegas que se encargan de filtrar cuentas en las redes sociales.
Lo bueno de Gustavo Petro, a pesar de la presencia de ciertos personajes que no calan en el Gobierno del Cambio, es que ha sabido capitalizar el entusiasmo de la gente con la visita a los territorios, las marchas como la del primero de mayo que estuvieron multitudinarias en todo el país.
El hundimiento de la Reforma Laboral en la Comisión Séptima despierta todo tipo de sospechas, el manejo de intereses individuales, económicos y políticos. Los miembros de la comisión ni siquiera leyeron de qué se trataba la reforma, la archivaron sin saber de qué se trataba.
Pero por fortuna Colombia tiene como presidente a un estratega que sabe jugársela. La consulta popular, de ser aprobada en el Senado, será una oportunidad para darle continuidad al proyecto político de Petro, pierda o gane, porque implica que la agenda política del gobierno se esté moviendo y con recursos del Estado que no son ilegales, y que nadie podrá quejarse de que se adelante la campaña presidencial. Es decir, con cara gano yo y con cara pierdes tú.

