La afirmación de san Anselmo bien puede servir para comentar sobre el lenguaje con el que se trata de dar a entender las razones por las cuales no era conveniente que la reforma laboral ni siquiera hubiese sido discutida en la plenaria del senado. Es que tratándose de una ciencia que se sirve del cálculo y la medición, lo común es oír a sus practicantes como si hablaran en un idioma esotérico, basado en un código nada fácil de descifrar, pero no lo es y por lo mismo la economía no debe ser extraña a la vida de todo los hombres y mujeres del común que se levantan y acuestan pensando en cómo cuadrar la caja de la casa, siempre con tendencia al déficit, casi nunca en superávit. Ante todo, en países como éste en el que muy pocos son los opulentos, una pequeña mayoría mantiene sus cuentas del debe en ceros, mientras muchos parecen acostumbrados ya a ver en la constancia del salario una cifra y a contar en efectivo otra, la que muestra el resultado de la resta que se le hace de todas las deducciones. Monto real con la cual aún se debe responder a las obligaciones mensuales tales como: pagos de servicio y costos de mantenimiento, todos cada vez más caros.
Nada resulta difícil de entender si se parte del reconocimiento de la existencia de dos problemas y no solo de uno, como insisten en tratar de que se vea aquellos que hablan de las economías eficientes con referencia solo a la necesidad de garantizar la acumulación de capital porque este es el solo garante de la existencia o no existencia de trabajo, por sobre todo en los sectores de la producción. Pues en la realidad resulta que no es así, que la discusión debe de darse con respecto a cuándo y de qué manera puede llamarse a escoger entre la prosperidad o eficiencia y la justicia o distribución. Pues tanto del lado de los obreros como de los empleadores se tiene que tener bien claro que la prosperidad consiste en el tamaño de la torta depende y el número de invitados a disfrutar de ella. En tanto que la justicia hace referencia al tamaño de las partes en que se distribuye la torta, en tanto que todos los invitados a participar de ella deben de quedar satisfechos.
Pero la ciencia de la economía no trata únicamente sobre la generación de capital y su distribución, va en conjunto con el poder garantizar el que, si no todos, una gran mayoría de ciudadanos con capacidad para trabajar puedan acceder a hacerlo sin perder la libertad personal ni poner en riesgo su seguridad. En esta parte un profesor de economía ponía a pensar a sus estudiantes atendiendo al dilema que puede planteársele a un trabajador al llamarlo a escoger entre el convertirse en esclavo a cambio de un alto pago por su mano de obra o el alquilar su mano de obra a cambio de un pago mínimo, asegurándole el uso continuo de ella, mientras sea requerida. El dilema lo traía a consideración el profesor para mostrar que los debates en el marco de la economía también deben de tocar lo referente a la participación de los trabajadores en las discusiones donde se vaya a decidir sobre modelos administrativos que vayan a afectar sus propias vidas, en tanto pueden ser los mas afectados por la adopción de políticas económicas en las que no se cuente con ellos como reales factores generadores de riqueza.
Los tecnócratas deberían ocuparse ahora en permitir que el grueso de trabajadores y personas allegadas a ellos, que dependen de sus salarios, comprendieran sus exposiciones y no solo de que les crean, porque creer es comprender. ricardosarasty32@hotmail.com

