JAVIER RECALDE

¿CUMPLIMIENTO O FRUSTRACIÓN?

La reciente visita del presidente de Colombia a Pasto, Nariño, dejó una sensación agridulce entre sus habitantes. Por un lado, el anuncio de un acuerdo con un grupo armado ilustra el compromiso del gobierno por avanzar en la paz, un pilar fundamental para garantizar seguridad y desarrollo. Sin embargo, no podemos desconocer que este esfuerzo, aunque valioso, contrasta con el incumplimiento de múltiples promesas de campaña y el retraso en el cumplimiento de las metas del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2022-2026, “Colombia Potencia Mundial de la Vida”.

El PND tiene como objetivo central alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y transformar el país en un referente global de equidad y progreso. Sin embargo, a enero de 2025, los avances son preocupantes: solo se ha logrado un 30,56% en ordenamiento territorial y justicia ambiental; un 44,97% en paz total e integral; y cifras intermedias en áreas clave como seguridad humana (56,26%), derecho a la alimentación (49,65%) y convergencia regional (50,87%). Estos números evidencian una brecha preocupante entre las aspiraciones del gobierno y la realidad del país.

Es cierto que los esfuerzos del gobierno nacional se centran en temas sociales, indispensables para construir una sociedad más justa. Pero, ¿qué pasa con otros sectores igualmente cruciales? La estabilidad macroeconómica, aunque avanza en un 88,21%, no puede ser el único foco de atención. «Áreas como la transformación productiva (45,29%) y la acción climática requieren atención prioritaria, especialmente en departamentos como Nariño, donde el territorio y sus recursos naturales tienen un potencial estratégico para el desarrollo».

En este contexto, uno de los mayores desafíos para Nariño es la falta de soluciones a problemas estructurales y de infraestructura, como la tan anunciada doble calzada Popayán-Pasto. Este proyecto, prometido repetidamente, sigue en el limbo, afectando gravemente la conectividad y la competitividad económica de la región. A esto se suma la crisis permanente en este corredor vial, marcada por bloqueos frecuentes, protestas de comunidades y cierres prolongados debido a derrumbes provocados por fenómenos climáticos. Estos factores han agravado la actividad económica de Nariño, especialmente su relación con el interior del país, al encarecer los costos logísticos y limitar el acceso a mercados clave.

El gobierno debe entender que la confianza ciudadana no se construye solo con discursos reiterativos o acuerdos parciales. Es necesario un liderazgo integral que cumpla con todas las promesas planteadas en campaña y asegure avances significativos en todos los ejes del PND. De lo contrario, iniciativas como la paz total correrán el riesgo de quedar opacadas por la frustración colectiva.

En resumen, la visita presidencial a Pasto fue un recordatorio de lo mucho que aún falta por hacer. Como nariñenses y colombianos, esperamos que el gobierno no solo celebre logros parciales, sino que también asuma con responsabilidad su deber de cumplir con el país en todos los frentes. Solo así podremos hablar de un verdadero progreso sostenible y equitativo.

Por: Javier Recalde Martínez.

javierecalde.jrm@gmail.com