Por Ricaurte Losada Valderrama
Por decir lo menos, la situación colombiana es angustiante, así como la global, pero muy peor la nuestra, movidas ambas por los ciclos recurrentes de la historia y aunque la del país ha sido casi permanente, en la actualidad está agravada a extremos inauditos e insospechados, por cuenta de un gobierno en el cual ya el presidente no cuenta siquiera con todo el petrismo, pues parte de él está en su contra. Así se reflejó de manera contundente en el indigno e irresponsable espectáculo del Consejo de ministros.
Las promesas del Gobierno, en su absoluta mayoría han sido incumplidas, hecho insólito en el gobierno de izquierda y del cambio y, así reconocido por el propio presidente, quien también ha reconocido su incompetencia y la de su equipo de gobierno, donde se mostró la polarización que es la misma que él de manera exorbitante, olvidándose que representa la unidad nacional, ha acentuado en el país.
Es en síntesis, la debacle y el ridículo, mostrado a Colombia y a la comunidad internacional, que genera verdadera vergüenza y hiere en lo más profundo el alma nacional, sobre todo en personas como quien escribe, que siempre y en circunstancias adversas y de exclusión no ha dejado, no solo de soñar sino de trabajar por una verdadera Transformación. De ahí el nombre de nuestro movimiento: Transformación Liberal, el cambio que requiere Colombia, hace rato ya, simplemente Transformación, con el mismo propósito.
Y qué lástima: Colombia sigue siendo uno de los países más desiguales del planeta, de mayor desplazamiento, inseguridad y violencia y sin esclarecimiento de tantos temas, partiendo de los topes y de la financiación de la campaña presidencial, con declaratoria del Estado de Conmoción debido a la grave crisis humanitaria del Catatumbo, que como ya lo traté, el Estado tenía y tiene los poderes ordinarios suficientes para prevenir y hacer frente a la situación.
Pero este es apenas uno de los más graves ejemplos de la crisis generalizada del país que las inocultables deficiencias del Gobierno actual y la misma falta de gobierno, han llevado a migraciones masivas, a una más aguda paralización, al aumento exponencial de la corrupción y el narcotráfico y a la incertidumbre y el desasosiego generalizados.
En cuanto a la crisis global, como muchos lo han reconocido, entre ellos el premio nobel de paz, Mohamed Baradel, “Los principios básicos del derecho internacional, establecidos tras la Segunda Guerra Mundial, están siendo flagrantemente socavados” y donde entre los tantos retos y peligros humanos, sobresalen el cambio climático, el armamentismo nuclear y el auge de la inteligencia artificial, sobre la cual el Vaticano ha expresado con razón que el hombre corre el riesgo de volverse esclavo de su propia obra.
Entonces, se imponen muchas medidas a corto e improrrogable plazo, entre ellas acuerdos internacionales sólidos y realizables, multilateralismo, fortalecer el derecho internacional y una especie de autoridad o gobierno mundial, casi imposible de lograr, pues las condiciones son muchas y de muy difícil concreción.
Y el presidente Trump, por ejemplo, retiró de nuevo a Estados Unidos del Acuerdo de París, colocando irresponsablemente al ser humano en peligro de no poder continuar con una acción climática eficaz, poniendo así en riesgo la propia supervivencia humana. @ricaurtelosada