Por: Mauricio Fernando Muñoz Mazuera
En los albores de la humanidad, el acto de la comunicación se erigió como la acción que permitió la construcción de grupos que, con el paso de tiempo darían forma a las comunidades y más adelante, a la mismísima sociedad. En dicho acto, sencillo para algunos, pero poderoso en toda la extensión de la palabra, aquel hombre primitivo logro transmitir al otro sus sentimientos, emociones, ambiciones, preocupaciones entre otros aspectos que dejaron de concernirle solo a aquel individuo, sino que, pasaron a ser resorte de los otros.
Con el trasegar del tiempo, estos actos individuales comenzaron a tener mayor trascendencia y se miró la necesidad de darlos a conocer de forma masiva, es allí como nacen los primeros medios de comunicación, con el objetivo de informar de manera imparcial y veraz situaciones de gran importancia. Sin embargo, y como lo hemos visto a lo largo del tiempo, la historia la escriben los vencedores, y las noticias se escriben desde un solo punto de vista, sin tener presente las demás aristas que se encaminan a comunicar la verdad.
En los últimos años y gracias al proceso de lo que a mí me gusta llamar la “democratización de la comunicación”, cualquier persona, sin importar si ostenta o no un título que lo distinga como periodista, puede hacer uso de cualquier medio de comunicación tradicional para generar espacios de todo tipo, sin embargo, y a raíz de la pandemia, esta “democratización” llego a niveles insospechados, a tal punto que en la actualidad, cualquier persona y desde cualquier lugar del mundo, puede decir lo que piensa o siente haciendo uso de sus redes sociales, y con la posibilidad de que, el contenido que está emitiendo, se pueda viralizar, sin importar que su acto solo sea “hablar por hablar”. El uso de las redes sociales ha permitido también que se contrasten los relatos de realidad que se ofrecen desde los medios de comunicación tradicionales, y este es el punto que quiero profundizar en estas líneas, el cómo, en la actualidad, los hilos que manejan el cuarto poder, a sabiendas que los hechos son verídicos, falsean hasta mas no poder los mismos para cuidar los intereses propios y el de las elites que se aferran a toda costa, a mantenerse en el poder.
La noticia del descubrimiento de medicamentos “ocultos” y que son necesarios para salvaguardar la vida de las personas enfermas, para los medios de comunicación tradicional se puede leer en el tenor de “se reportó la existencias de medicamentos en el centro de distribución, que se encontraban como “pendientes” en el punto de dispensación, es decir, cada vez que un paciente requiere un medicamento y este no está disponible en el momento, se genera un registro de “pendiente”. Si aún dudan de cómo quieren manejar la opinión pública a su antojo, les tengo otra perla. Un diario de circulación nacional, en medio del boroló causado a raíz del descubrimiento de dichos medicamentos, emitió la siguiente noticia “Profesores preparan marchas en todo el país para el próximo 31 de marzo”, hecho que nunca se había planteado por parte de Fecode y las agremiaciones que aglutinan a los docentes a lo largo y ancho del país, eso sí, la publicación causo el efecto esperado por estos mequetrefes, pues la misma se llenó de reacciones en las cuales se destilaba odio hacia el magisterio colombiano, ese mismo odio que emanan aquellas personas que buscan llegar al solio de Bolívar diciendo que odiaron el colegio, o que “ellos solo necesitaron estudiar hasta la primaria porque lo demás no sirve” o quieren perpetuar el ejemplo de aquel que casi no se puede graduar de la secundaria. Señores, abran muy bien sus ojos y sean sujetos pensantes, dejen de jugarle el juego a aquellos que los quieren tontos para seguirlos mandando y matando. El que tenga oídos…

