POR: Víctor Rivas Martínez
A finales del año 2019 comenzó a hablarse del COVID 19, pandemia que afectó a todo el mundo y llegó a Colombia a partir de marzo de 2020.
Hace 5 años, para contener la propagación del virus, el gobierno colombiano ordenó una cuarentena que debía terminar el 13 de abril. Sin embargo, el virus se propagó tan rápidamente en todo el mundo incluyendo el territorio nacional que el aislamiento tuvo que prolongarse por varios periodos más.
Con el aislamiento forzado, se buscaba proteger especialmente a los grupos más vulnerables de la población, a los adultos mayores y a quienes tenían enfermedades graves.
Todo lo anterior, con el propósito de preparar el sistema de salud, dotar de camas UCI, equipos médicos, medicamentos y capacitar al personal para enfrentar el mortífero virus.
Estas medidas si bien contribuyeron a frenar los contagios, el virus a nivel mundial cobró más de 7 millones de vidas. En Colombia por esta pandemia se registró la pérdida de 143.000 vidas. Presumo que hubo miles de familias que por no ser estigmatizadas no denunciaron ante las autoridades los fallecimientos de sus seres queridos, razón por la cual este dato debe ser mayor.
Con mi familia, me retiré a vivir en una casa de campo en Chachagüí, me dediqué a leer, a escribir, ver televisión, hacer deporte y a dormir. No podíamos hacer más, porque no podíamos salir de casa, mucho menos interactuar con otras personas, so pena de correr el riesgo de contagiarnos y despedirnos de este mundo.
Al amanecer de cada día, me daba miedo ver las redes sociales, ya que era normal encontrar el registro de varios amigos, incluso familiares, contagiados o muertos. Los noticieros parecían películas de terror, por cuanto sólo registraban el número de nuevos contagios y de muertes.
Afortunadamente esa horrible noche pasó. Fuimos vacunados, se perdieron muchos empleos, se cerraron muchas empresas, quedamos endeudados, pero seguimos con salud y vida. Correo: rivas1957@gmail.com.