¿QUÉ SUCEDE MUJERES?

Por Mauricio Fernando Muñoz Mazuera

Este 8 de marzo conmemoraremos el día de la mujer, es preciso recordar que esta efemérides nace como un reconocimiento a aquellas mujeres que se levantaron exigiendo mejores condiciones laborales, el derecho al voto y la igualdad de género. En 1857, 129 obreras textiles murieron en un incendio en la fábrica Cotton de Nueva York mientras protestaban por sus condiciones de trabajo.

Años atrás, esta era la época en la cual los hombres, sin reserva alguna, podían demostrar su afecto a las mujeres que tenía a su alrededor, dulces, chocolates, rosas, poemas, serenatas y demás, eran los obsequios más apetecidos para demostrar afecto, lastimosamente en la actualidad, muy poco queda de aquella celebración, ya no se puede regalar casi nada, un dulce puede ser visto como acoso, un chocolate puede tener, para su receptora, un mensaje subliminal, la rosa será un regalo común y simple, y así podemos hacer referencia a una larga lista de presentes que parecieran estar vetados.

Nadie puede negar que a lo largo de la historia, lastimosamente, la mujer ha tenido que granjearse su lugar en la sociedad, ha pasado de ser un objeto decorativo y de intercambio, a llegar a la igualdad formal, la que en momento se tiene, eso sí, pasando por momentos tristes como cuando solo era vista como quien ayudaba en las tareas del hogar o era un elemento para perpetuar el acto reproductivo. Sin embargo, no por esa situación, deben ser los hombres de la actualidad los que deban ser pasto del odio que han generado estas situaciones anteriormente esbozadas. Las violaciones a los derechos se presentaron, y en la actualidad se han realizado esfuerzos inmensos porque las brechas de otrora se cierren, pero como sociedad no podemos llegar más allá de, puesto que el resarcimiento y no repetición es evidente, sin embargo, cambiar las acciones del pasado nos es imposible.

Y porque escribo esto queridos lectores, sencillamente porque esta conmemoración en algunos lugares se ha convertido en el espacio para que algunos colectivos de mujeres hagan público, eso sí, escondidas bajo capuchas, el odio que tienen por la misma sociedad en la que viven. El 8 de marzo dejó de ser aquel día tierno, para pasar a ser un día de desmanes, en donde se vandalizan lugares, se busca incendiar templos y capillas y se mancilla cualquier espacio público para dejar en ellos la impronta de un feminismo mal entendido.

Y es que el colmo ha llegado al punto que madres e hijas salen a las calles con banderas verdes pidiendo a toda costa la aprobación del aborto para ejercerlo sin ningún control legal, rayando con la demencia cuando se observa como un niña lleva en sus manos un letrero que reza “lucho por acceder al derecho al aborto que mi mamá no tuvo”. Como podemos entender esta frase si no es bajo la evidente oscuridad en la que se encuentra esta sociedad enferma y desquiciada, que confunde libertad con libertinaje, derechos con excesos y principios con cualquier otra cosa menos con lo que realmente tienen que ver.

Que ahora no podamos decirle a una mujer “Feliz día” es uno de tantos ejemplos hasta donde esta sociedad ha llegado, en donde se da fama a lo que está mal, y palo a lo que está bien. No es necesario buscar torcer algo que nace como un espacio propio para reivindicar el papel de la mujer en la sociedad, pero estamos tan sumergidos en la polarización, que si no es blanco o negro, no se es nada. Añoro los tiempos de antaño de las flores, los chocolates y las serenatas, por sobre las paredes rayadas con cualquier tipo de sandez, además escrita con una pésima ortografía. El que tenga oídos…