POR: VICTOR RIVAS MARTÍNEZ.
En el 2016, tuve el privilegio de visitar China. El viaje fue extenuante, de Pasto a Bogotá una hora; de Bogotá a New York 5 horas y media y de New York a Hong Kong 17 horas. En total si mi memoria no me traiciona 23 horas y media de vuelo.
Conocer China, era un sueño por cumplir, siempre guardé la esperanza de visitar ese maravilloso país.
El viaje sólo duró 20 días que los disfruté, como niño chiquito. Quedé maravillado de Hong Kong, una ciudad con 7,414,909 personas. Quedé sorprendido del crecimiento de Shanghái, una ciudad con 29,868,000 personas. Estuve en Pekín, en la plaza de Tiananmen, conocida por las protestas de 1981, lideradas por estudiantes y ciudadanos que exigían reformas democráticas y mayores libertades civiles. Dedique un día entero a la ciudad prohibida, en el centro de Pekín, desde donde gobernaron los emperadores chinos, durante las dinastías Ming y Qing. Ellos estaban llenos de privilegios, mientras el pueblo moría de hambre. Finalmente, también conocí la muralla china
En Pekín, sentí un frío que calaba mis huesos. Siendo las 9 am, sentí ganas infinitas de calentarme con un café.
Encontramos una tienda de “Starbucks.” Empresa que tiene en Pekín más de 600 establecimientos. Al entrar, una pantalla ofrecía más de 50 variedades de café de todo el mundo. Allí encontramos uno que nos llamó la atención. Decía: Café de Colombia, origen Nariño.
Pedí una taza de origen Nariño. Por ella me cobraron 5.7 dólares equivalentes a $23.370. Si de cada libra sacan 50 tasas, concluí que una libra de café produce $ 1.168.000
Ahora entiendo por qué a don Henry Agustín Rodríguez, de la Finca El Chirimoyo, en Buesaco, quien ganó la subasta de café más importante de Latinoamérica, los chinos le pagaron a 66.5 dólares por libra de su café, equivalentes a $272 mil. Una auténtica fortuna para nuestro medio, acostumbrados a vender a dos dólares la libra y una mina de plata para los chinos. Correo: rivas1957@gmail.com