Por: Pablo Emilio Obando
Debo ser franco y sincero, desde su posesión como alcalde del municipio de Pasto hemos visto al doctor Nicolás Toro Muñoz en permanente contacto con su comunidad, visitando barrios, dialogando con líderes y formulando un Plan de Desarrollo de mano con el pueblo. Se destaca su intención de combatir la alta criminalidad, recuperar el espacio público, reducir los índices de accidentalidad vial. Luchas en las cuales ha empeñado su capacidad administrativa y política. Sin embargo y a pesar de su férrea voluntad, los hechos nos demuestran que se requiere una nueva mirada a las alternativas de solución planteadas.
Sobre la recuperación del espacio público ya es reiterativo afirmar que la lucha no solo es difícil sino que es sumamente compleja. Trabajadores informales que se amparan en normas y leyes obsoletas y de un falso criterio humanista. Una costumbre que se hizo cómplice de la sana convivencia ciudadana. Calles y parques infestados de ventas ambulantes, vendedores informales y todo tipo de cachivaches expuestos en espacios públicos. Quizá debe cambiarse de estrategia y no combatir o sancionar al trabajador informal sino al usuario de este tipo de comercios. Un comprador informal es evasor de impuestos que le roba el bienestar a los colombianos. Por otra parte se dice se sabe y conoce que muchos de los vendedores informales son utilizados por mafias que evaden impuestos, lavan dinero y fomentan la ilegalidad económica. A ellos se debe atacar con vehemencia y con toda la fuerza que permite la legalidad. Un proceso lento pero de contundentes resultados.
Igualmente se debe pensar en recuperar la seguridad vial que hoy por hoy se constituye en un verdadero dolor de cabeza para todos. No hay día en nuestras calles que no seamos testigos de un siniestro vial. Y en esto juega un papel importante la presencia de un alto volumen de motos que hacen imposible un transitar tranquilo y pausado.
Rodear a nuestro alcalde, no dejarlo solo en su intención de mejorar la convivencia ciudadana debe ser un propósito colectivo. No comprar en las calles. Respetar las normas viales, fomentar la legalidad y pensar que Pasto es de todos y para todos.
Por supuesto que también se requiere de iniciativa gubernamental, apoyo ciudadano, aporte de asesores y equipo de gobierno. Determinar políticas a corto, largo y mediano plazo y trazar tareas por cumplir. Que bueno sería escuchar en un foro abierto a expertos en los diferentes temas, concretar actividades y fijar propósitos que nos acerquen a recuperar la seguridad, la convivencia y el espacio público de nosotros los ciudadanos.
La educación es un factor esencial. Podemos ver la gran cantidad de intervenciones de la policía por motivos de riñas, agresiones y lesiones generadas por el alto consumo de alcohol y otras sustancias tóxicas. Se debe iniciar en una educación que nos permita entender y superar la relación existente entre alegría, disfrute existencial y sana convivencia. Es prioritario formar y educar a las nuevas generaciones en asunto tan esencial.
En parques y espacios públicos detectados como centros de consumo y de alta incidencia de alteración ciudadana implementar cámaras de alta resolución que transmitan las 24 horas las diferentes incidencias de sus usuarios. Que la opinión pública conozca de primera mano la incidencia de estos actores en la alteración del orden público y los sancionen de una manera simbólica pero contundente. Bueno recordar que tenemos cómo afrontar este difícil momento de nuestro municipio. Nos sobra talento, paisaje, inteligencia, laboriosidad y coraje. Es hora de ponernos de acuerdo, trazarnos tareas, fijar metas y emprender colectivamente ese destino que tanto anhelamos. Academia, empresa, ciudadanía y gobernantes estamos dispuestos a adoptar ese pacto de convivencia que tanto reclamamos.

