Por: Mauricio Fernando Muñoz Mazuera
Tras lo vivido en las jornadas de audiciones de las murgas en sus diferentes modalidad en busca de hacer parte de una nueva versión del Carnaval de Negros y Blancos, nos reafirma que hacer parte de esta fiesta popular, cada vez se está volviendo un calvario para nuestros artistas, pues, quien tiene en sus manos la organización de la fiesta más importante para nuestra cultura, por lo visto, viene actuando de espaldas al pueblo y los artistas, pero lo más extraño es que si bien es cierto, las cosas están mal, las voces que se levantan en contra de la forma como se viene llevando a cabo las convocatorias y procesos, terminan acalladas en medio de un comité de aplausos.
Lo del cambio de la senda del Carnaval para la versión 2025 ya es un hecho, todo iniciará en la Avenida Mijitayo, en donde varios árboles serán “sacrificados” en pro de la ampliación de la senda para ubicar nuevos espacios destinados a las graderías, luego la ruta pasará por la avenida 27 hasta llegar a la calle 19 y desde allí retomará la anterior senda del carnaval para finalmente llegar al Estadio Libertad. Y a pesar de todo lo que se ha dicho en contra de este cambio, puntualmente frente al tema de la seguridad del público y de los participantes en una vía empinada, como la carrera 27, ya se tomó la decisión a pupitrazo limpio y con la anuencia de la rosca… esa rosca tan mala que poco a poco carcome todo proceso y que termina aburriendo a quienes deben luchar en contra de viento y marea para poder participar en algún evento del carnaval.
Atreverse a decir, desde la administración del Carnaval, que ningún percance se presentará en la senda, a pesar de conocer que el nuevo recorrido representa un riesgo para los vehículos en los que se adecuan las estructuras de las carrozas, desestimando que todos los años, se han suscitado dificultades en el desfile del 6 de enero a causa del mal estado de algunos de los carros que se emplean para este cometido, es pretender, en primer lugar, ser dios, y en segundo lugar, es darle la espalda al gremio del que salieron muchos de los funcionarios de Corpocarnaval, colocando por encima otros intereses, sobre los cultores del carnaval. Y es que poner como ejemplo el recorrido de los vehículos por la vía de la Línea queriendo comparar el desempeño de los carros en esta carretera, frente al nuevo trazado de senda del carnaval, demuestra que quienes están al frente de estos cargos solo hablan por hablar.
Ahora bien, que estamos en medio de un “divorcio” entre los artistas y la corporación que organiza la parte operativa del carnaval, es evidente, y el hecho que esto no ha estallado aun con la fuerza que debería, solo se debe al “amiguismo” existente que mantiene a las mismas con los mismos, situación que en algún momento debe revertirse, o de lo contrario, estaremos ante una dificultad insalvable. Divorcio que se ha hecho presente por ejemplo, en los procesos de audición de las murgas del carnaval, en donde la sensación que quedo en el aire entre varios artistas se resume en la frase “amigos calificando amigos”, todo esto en detrimento de la calidad de las presentaciones y de las puestas en escenas. Porque para algunos si se aplica al pie de la letra los famosos “reglamentos”, pero para los del “combo”, estos se convierten en letra muerta, y no importa la situación que suceda, todo queda olvidado y cada vez de mal en peor. El carnaval es por y para el pueblo, pero para todo el pueblo, no para los mismos que están desde el 28 de diciembre hasta el 7 de enero metidos en todo, cual perejil de toda sopa, quedándose con los espacios de nuevas personas que desean hacer parte en la máxima fiesta de nuestro folclor.
Esperemos que en las venideras audiciones de Colectivos Coreográficos se piense menos en el “esoooo” y el “Cuy sabor” y los jurados califiquen con ética y responsabilidad las propuestas de los participantes. El que tenga oídos, que oiga.

