La tarde del domingo, el barrio Pedro Arizala se vio envuelto en una atmósfera de caos y desesperación. Un incendio, que se propagó con rapidez, devoró aproximadamente ocho viviendas, dejando a su paso no solo destrucción, sino también un profundo sentimiento de vulnerabilidad entre los residentes.
Las alarmas sonaron cuando el fuego, de clase A, comenzó a consumir las viviendas. Los gritos de alarma resonaron en las calles, y la comunidad, unida por el miedo y la urgencia, no dudó en alertar al Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Tumaco.
En cuestión de minutos, una máquina cisterna y un carro tanque con cuatro unidades bomberiles se desplazaron hacia el lugar, en un esfuerzo por contener la voracidad de las llamas.
Respuesta
Al llegar, los bomberos se encontraron con una escena desgarradora, el fuego había tomado control de varias viviendas, extendiéndose rápidamente. Conscientes de la gravedad de la situación, se activó una respuesta masiva, movilizando casi todas las unidades disponibles.
Mientras el fuego crecía, la colaboración de la comunidad se hizo evidente; los vecinos ayudaron en las tareas de evacuación, brindando apoyo logístico y asegurando que todos estuvieran a salvo.
El operativo, que se convirtió en una verdadera cruzada por la vida y la propiedad, no solo involucró a los bomberos. La Infantería de Marina, la Policía Nacional y la empresa de Aguas de Tumaco se unieron a las labores de control, cada uno desempeñando un papel crucial en la lucha contra el siniestro.
Compromiso
El alcalde de Tumaco, Félix Henao, llegó al lugar junto a la secretaria de Gobierno, Teresa Das Neves. Su presencia no solo simbolizó un compromiso administrativo, sino también un gesto de apoyo a las familias afectadas.
“Estamos aquí para acompañarles y asegurar que recibirán la ayuda necesaria para enfrentar esta situación,” declaró el alcalde, mientras conversaba con los vecinos, cuyas miradas reflejaban un mar de emociones: tristeza y esperanza.
Solidaridad
Mientras las llamas fueron controladas y la situación comenzó a estabilizarse, las autoridades iniciaron las investigaciones pertinentes para determinar las causas del incendio.
La incertidumbre flotaba en el aire, y la comunidad se preguntaba cómo un momento de tranquilidad se transformó en una crisis que podría haber cambiado sus vidas para siempre.
El barrio Pedro Arizala, aunque marcado por esta tragedia, demostró que, ante la adversidad, la unión y la solidaridad son la mejor respuesta. La comunidad, herida, pero resiliente, empieza a reconstruir sus vidas, mientras espera la llegada de la ayuda que les permita sanar las heridas del desastre.