P. Narciso Obando

PROTEJAMOS LAS FUTURAS GENERACIONES

Por: Padre Narciso Obando

Vemos con profundo dolor la situación de pobreza, de violencia intrafamiliar, de abuso sexual, por las que atraviesa un gran número de nuestros pequeños: Niños y niñas trabajando, en la calle, incluso portadores de VIH, huérfanos, reclutados por grupos al margen de la ley, engañados y expuestos a la pornografía y prostitución forzada, quienes requieren de una especial atención y cuidado. No se puede permanecer indiferente ante el sufrimiento de tantos inocentes.

Merece especial atención la etapa de la adolescencia. Los adolescentes no son niños ni son jóvenes. Están en la edad de la búsqueda de su propia identidad, de independencia frente a sus padres, de descubrimiento del grupo. En esta edad, fácilmente pueden ser víctimas de “falsos líderes” quienes los inducen al vicio y a la delincuencia.

Los jóvenes y adolescentes constituyen gran parte de la población colombiana. Representan un enorme potencial para el presente y futuro de nuestros pueblos. Hoy en día debemos procurar que los jóvenes sean más sensibles a descubrir su verdadera vocación y así ser personas útiles a la sociedad.

Conscientes que ellos están llamados a ser “centinelas del mañana”, comprometiéndose en la renovación del mundo a la luz del Plan de Dios, deben tener la capacidad para oponerse firmemente a las falsas ilusiones de felicidad y a los paraísos engañosos del dinero fácil, de la droga, el placer, el alcohol y todas las formas de violencia.

También constatamos con preocupación que innumerables jóvenes atraviesan por situaciones que les afectan significativamente: Las secuelas de las limitaciones económicas, que obstaculizan el crecimiento armónico de sus vidas y generan exclusión; la socialización, cuya transmisión de valores ya no se produce primariamente en las instituciones tradicionales, sino en nuevos ambientes no exentos de una fuerte carga de alienación; su permeabilidad a las formas nuevas de expresiones culturales, producto de la globalización, lo cual afecta su propia identidad personal y social. Son presa fácil de las nuevas propuestas religiosas y pseudo religiosas. La crisis, por la que atraviesa la familia hoy en día, les produce profundas carencias afectivas y conflictos emocionales.

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Se ven muy afectados por una formación de baja calidad en los hogares, que los deja por debajo de los niveles necesarios de competitividad. Se ve desilusión de jóvenes en lo político debido a la desconfianza que generan las situaciones de corrupción, el desprestigio de los políticos y la búsqueda de intereses personales frente al bien común.

Se constata con preocupación suicidios de jóvenes, acrecentada por su falta de autoestima. Otros no tienen posibilidades de estudiar o trabajar, y muchos dejan su país por no encontrar un futuro. Preocupa también el uso indiscriminado y abusivo que muchos jóvenes hacen de la comunicación virtual.

Es importante tener en cuenta que los niños, adolescentes y jóvenes necesitan urgentemente una acción conjunta y prioritaria de la Iglesia, la familia y de las Instituciones del estado, tanto por las posibilidades que ofrecen, como por la vulnerabilidad a la que se encuentran expuestos.