El martes pasado se conoció la noticia de un ataque terrorista de las disidencias de las Farc en el departamento del Cauca, esta información se tomó los principales espacios noticiosos del medio día, en donde se daba cuenta de un ataque con explosivos contra la estación de Policía del municipio de Suárez, Cauca. En este ataque resultó herida la jefe de enfermería del hospital de la zona. Cerca al lugar en donde se presentaron los hechos está ubicada una sede de la Institución Educativa Técnica Agrícola de Suárez en donde las niñas y niños se encontraban en su labor académica.
En un video que se hizo viral, se podía ver como las niñas y niños de dicha institución educativa debajo de los escritorios y con las manos en posición de oración, otros en cambio, se encuentran en posición fetal cantando siguiendo la guía de la docente que se encontraba en el salón, producto de la conmoción que vivieron los menores de edad ante el ataque anteriormente mencionado.
La publicación del video se podría tildar de un hecho amarillista, sin embargo desde mi opinión, se debía de hacer, para denunciar que en Colombia seguimos enfrascados en una guerra sin cuartel en donde los grupos al margen de la ley buscan a toda costa seguir mostrándose fuertes ante las fuerzas militares del país, actuando con total sevicia y sin miramientos de los efectos colaterales que puedan causar cuando actúan en contra del ejército o la policía nacional.
No podemos tapar el sol con un dedo, en nuestro país seguimos viviendo bajo la zozobra de estos grupos alzados en armas, con el miedo que en algún momento retomen los secuestros extorsivos a gran escala, los atentados diarios a estaciones de policías en los municipios o incluso, los actos violentos en las grandes ciudad buscando generar pánico en la población civil.
Los años pasan y pasan, los presidentes, ministros y congresistas cambian y sin embargo seguimos en lo mismo, y es que para manejar esta situación se necesita de pulso fino y cabeza fría, ni tanto que raye en la megalomanía de los crímenes de lesa humanidad, ni tampoco que convierta al ejecutivo en el hazme reír de la prensa nacional e internacional.
Es hora de pasar realmente esta página y como ciudadanos de este país, comenzar a poner nuestro granito de arena desde nuestra posición, para que por fin dejemos atrás esta “horrible noche” que ha oscurecido nuestra historia por casi 80 años, y esto pasa por todos, desde el ciudadano de a pie que le da lo mismo lo que pasa con sus compatriotas, siempre y cuando no le toquen su familia, hasta llegar al senador o representante a la cámara, que saca provecho de esta situación para “darle duro” al gobierno de turno por los actos de violencia que afectan a la población civil.
Pero el mensaje de no más violencia debe llegar más allá, hasta los miembros de esto grupos alzados en armas, seres que por lo visto no tienen ni memoria, ni alma ni corazón, pues si no los conmueve mirar a las niñas y niños acurrucados debajo de sus pupitres, acallando el sonido de las balas y la metralla con sus suaves voces al ritmo de cantos y oraciones, casi normalizando vivir en medio del conflicto, son merecedores de la vida que tienen, en medio de la maleza, ocultos del mundo, pues solo en este lugar pueden “llevar” su enferma y perversa existencia.

