La Subsecretaría de Paz y Derechos Humanos ha continuado su labor incansable brindando apoyo y asistencia humanitaria a las comunidades de la Costa Pacífica Nariñense, que han sido gravemente afectadas por el conflicto armado. Este desafortunado escenario ha dejado a su paso miles de familias desplazadas, enfrentando una situación desgarradora y buscando desesperadamente un respiro de paz.
Los actos de solidaridad se han convertido en esperanza para los habitantes de los municipios de la subregión del Sanquianga, entre ellos Santa Bárbara Iscuandé, El Charco y Olaya Herrera. Estas comunidades, durante mucho tiempo, han sufrido las dolorosas consecuencias de la guerra que ha acechado sus territorios de forma persistente.
Amenazas
«La situación que estamos enfrentando es realmente crítica; los grupos armados nos han obligado a abandonar nuestros hogares. Ante estas amenazas, las personas han tenido que huir. No queremos seguir viviendo desplazamientos forzados; anhelamos una vida en paz y sin conflictos», expresó María Santos, una desplazada del municipio de El Charco.
Gracias a la incansable gestión realizada por la gestora social Ingrid Cortés en colaboración con la Unidad de Atención a Víctimas, un total de 1.655 familias de la región han recibido ayuda humanitaria. Su compromiso y dedicación han sido fundamentales en estos momentos de necesidad.
Donatón
El impulso solidario se materializó con una Donatón que convocó a cientos de personas y empresas, tanto del sector público como privado. Además, se llevaron a cabo jornadas de vacunación, suministrando un total de 6.350 dosis, incluyendo vacunas pediátricas, contra la influenza y el Covid-19.
Cada una de estas jornadas ha contado con el respaldo del Gobierno Nacional, a través de la Unidad de Atención a las Víctimas y el Icbf, demostrando una colaboración integral en pro de la salud pública.
El Ministerio de Educación se ha unido a esta asistencia humanitaria mediante la realización de un censo para identificar el total de estudiantes afectados por el desplazamiento. Estos estudiantes se encuentran en un corredor de movilidad entre Cali, El Patía y la Costa Pacífica nariñense, y requieren de kits escolares y otros elementos esenciales para continuar con sus estudios.
Alivio
María Perlaza, docente en El Charco, destacó que la cobertura educativa en la región se ha visto afectada significativamente debido a los desplazamientos, especialmente en la parte alta de la cabecera municipal. El pánico se ha apoderado de los habitantes, y los niños, niñas y adolescentes están sufriendo las consecuencias de esta situación.
En medio de la adversidad, la solidaridad y el compromiso de diversas entidades y personas han demostrado que, incluso en los momentos más difíciles, la empatía y la ayuda humanitaria pueden tomar fuerza, ofreciendo un alivio y una oportunidad para construir un futuro mejor en estas comunidades afectadas por el conflicto.

