Ricardo Sarasty

¿Quién es el devora niños?

El cuadro de Goya en el que Cronos sostiene entre las fauces el cuerpo sangrante de uno de sus hijos mientras le arranca la cabeza, causa horror al verlo. No solo por los detalles del rostro del dios en los que el pintor se ha detenido para mostrar con claridad la locura, sino porque la escena lleva a pensar en lo monstruoso de la acción, esa de devorar niños sin importar que sean sus mismos hijos.

El cuadro estremece más cuando se reconoce  al cruel, que no es cualquier ser el devorador de niños, Goya bien lo ha escogido para ilustrar lo repugnante que pueden llegar a ser cualquier acto brutal cuando detrás de él se descubre o insinúa la presencia del  todo poderoso,  en el cuadro lo  es el gobernante anciano del séptimo cielo cuyo aspecto físico  lleva a pensar en su potestad imperial y por lo tanto todo cuanto haga no debería ser objeto de censura, incluido el de engullirse a sus propios niños.  

En Colombia durante el año 2023 se presentaron 17650 casos de niños víctimas de violencia sexual al interior de sus casas. Los victimarios fueron sus padres, sus abuelos, sus tíos o allegados al círculo familiar.

El solo dato permite decir que el monstruo devorador de niños y niñas aprovechó su puesto de privilegio, en tanto que en su favor se alega como validador del abuso el respeto a las costumbres, a la tradición sagrada, al deber que impone pertenencia para el patriarca de todo cuanto existe en su entorno, incluidos los cuerpos de los que puede hacer uso para su beneplácito y satisfacción por lo que actúa convencido de que puede ejercer mando y exigir obediencia tanto fuera como dentro de la casa, pues sus dominios rebasan los simples muros del lugar donde duerme por lo que hasta donde él rea ser reconocido como macho alfa podrá convertir a su prole en alimento satisfactorio de sus apetitos.

Durante el mismo año 301 menores de edad fueron violentados sexualmente en los centros educativos, desde prescolares hasta bachilleratos. Niños y niñas cuyos cuerpos se sometieron al maltrato sin que haya existido escrúpulo alguno ante la dignidad que se destruía mientras se humillaba al ser humano aprovechándose de su indefensión.

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El niño atenazado por las zarpas de ese dios transfigurado en ogro, el mismo que se muestra ansioso escogiendo a la más apetitosa de sus víctimas mientras duermen plácidamente bajo su vista, en las ilustraciones hechas por Doré para uno de los cuentos de Perrault. Esta circunstancia bien conduce a pensar en una similitud con la figura del agresor en su rol de educador que va a aprovechar la necesidad de protección de su víctima, la confianza que este le brinda puesto que su sabiduría de hombre o mujer mayor no pueden sino estar en función de lo bueno y no del dolor.

La figura paternal o maternal, si la trasladamos a la de la bruja que cocina niños en una tremenda olla al interior de una atractiva casa, utilizada para beneficiarse del cuerpo del infante vulnerado. La palabra vulnerar tiene entre uno de sus sinónimos el término violación.

Por lo que un cuerpo violado es aquel que, sin disfrutar realmente de su libertad, enajenado de la capacidad para decidir, ha sido objeto de profanación de parte de aquel que encuentra   en ese niño o niña un medio para coronar sus fines, en cualquier momento y sin importar la causa, repugnantes.

Porque ofenden en toda su magnitud física y espiritual a quien por su sola condición de existir como humano no se le puede agredir de ninguna manera, no obstante, es víctima de una violencia legitimada allí donde el poder acomoda a sus requerimientos la administración y la ley calla. ricardosarasty32@hotmail.com