Carlos Álvarez

Migración

En muchas épocas de la historia ha habido migraciones, como las de la biblia en Egipto, o la primera de la humanidad cuando los primeros humanos remontaron África hace 25.000 años para esparcirse por el mundo y de donde provenimos los humanos en su totalidad.

Pero las migraciones de este primer cuarto de siglo que nos tocó vivir, revisten un carácter por demás traumático y violento, no solamente por el camino que los migrantes siguen por el mar, o por las fronteras atravesando ríos o por selvas inhóspitas e impenetrables desafiando todos los peligros violencias inimaginables para alcanzar la meta de un paraíso perdido, escapando del infierno de su tierra natal por persecución, por la guerra o por sobrevivir al hambre o tantas causas inhumanas más.

A Colombia le ha tocado presenciar el tránsito de migrantes de muchos países que se concentran en Necocli, para embarcarse en lanchas apenas que flotan y en manos de traficantes de seres humanos que los depositan en donde comienza el Tapón del Darién para una odisea plagada de peligros, de violencia contra los niños viajante y las mujeres heroicas. Muchos dejan la vida en la travesía porque no resisten o por un accidente o por una serpiente o por criminales que ejercen la violencia, sin olvidar el hambre por la cual salieron de su terruño.

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Pero su calvario aún no termina porque sigue uno peor cuando llegan a la frontera de Estados Unidos y México. Donde tienen que burlar la guardia gringa y si no lo logran, enfrentar juicios o la deportación después de separar a sus familias que nunca volverán a encontrar a sus padres.

En Europa es aún peor con la migración africana donde atraviesan el Mediterráneo amontonados en una embarcación para 20 personas, pero que viajan 200 y son miles que han muerto ahogados con familias enteras o enfrentan a los guardias europeos racistas y atrabiliarios. CONTINUARA