RICARDO SARASTY

Señor gobernador siga adelante

Como si llegaran recién al conflicto armado que viven y sufren nuestras comunidades rurales, hoy algunos colombianos parecen no entender en qué consiste la propuesta del Sr. Gobernador Luis Alfonso Escobar cuando habla de diálogos territoriales para la paz.

Ante el revuelo causado por el planteamiento de una propuesta clara y por lo tanto valida por cualquier lado desde donde se la observé y evalué, solo queda pensar en lo mezquina que puede llegar a ser una elite política acostumbrada a imponer soluciones desde la periferia atendiendo solo a sus intereses, sin que le haya importado e importe poco o mucho lo funcional de esas soluciones y si estas responden o no al problema, más cuando siempre se han ignorado las causas o cuando no se han dado por no existentes.

A nadie que se diga estar consiente de la realidad en este país se le puede admitir hoy desconocer el carácter especial de la violencia que arruina esa ruralidad desatendida desde siempre. Esta violencia que no es una prolongación más de la guerra civil de finales del siglo XIX, ni la del enfrentamiento bipartidista que pario al frente nacional y si bien se confunde con la de las guerrillas de los 70, 80 y 90 del siglo pasado, porque en parte deriva de ella, tanto su manera de actuar como su sustento y principalmente sus actores conllevan a categorizarla como otra violencia entre todas las que ha padecido la patria desde el momento mismo de su fundación. Esta guerra principalmente tiene como espacio para sus acciones la periferia del territorio nacional, zonas de frontera como Catatumbo, Urabá, Putumayo, Choco, Cauca y Nariño. Esa llamada Colombia profunda que no es más otra que la habitada por los desterrados de las otras violencias que llegaron a convivir con una población nativa de la cual solo se hablaba para hacer referencia a un pasado indígena y negro.

La guerra que hoy se busca acabar con este nuevo proceso de paz no es la que enfrenta a dos bandos políticos como aquella entre godos y liberales, no es aquella que busca llevar al poder mediante las armas a la representación política de los que nunca lo han ostentado y por lo tanto tampoco han disfrutado de sus prebendas.

Esta guerra tiene como origen la disputa de un territorio que siempre se pensó sin dueños y por lo tanto a disposición de todo aquel que pudiera llegar a tomar posición de él y utilizarlo para su lucro mediante el saqueo, la depredación y el avasallamiento de las poblaciones ancestrales cuando no con su exterminio, tal como ha sucedido siempre con toda invasión.  

La paz que se propone desde los territorios es la que busca pactar normas de convivencia  entre los foraneos, que no son más que los residuos de las otras guerras más los pobres, que por ser tantos no encontraron donde vivir  dentro del país desarrollado, y las víctimas de esta nueva  colonización que vuelven a ser  los nativos y los  afincados ancestrales de estas tierras, hacia donde desde el centro nadie de los de las castas gobernantes ha mirado con interés, sino han existido motivos para el despojo, aparte del electoral, pues quiéranlo o no siempre estos  votos  han determinado los ganadores de todas las elecciones. Por lo que ha estos sitios siempre llegan una vez cada cuatro años candidatos, pero muy raras veces gobernantes.

Esta guerra hoy la viven y las sufren los olvidados históricos, los de siempre, aquellos a los que se ha visto como residuales, que es así como hoy desde los grandes e importantes medios de comunicación se le llama a esta violencia, como si menos preciándola se le quitara su poder de arrasar con todo cuanto encuentra a su paso. ricardosarasty32@hotmail.com