RICARDO SARASTY

Mi sentido adiós al señor Barbosa, exfiscal

Como alguna vez escuché decir en una de esas propagandas que promocionaba lociones, hay hombres que dejan huella, por lo que traje a la memoria este slogan para referirme al, hasta el día lunes 12 de febrero, Fiscal General de La Nación.

Porque después de sus largos cuatro años al frente del ente encargado de investigar y según el resultado de las investigaciones acusar a los que presuntamente podrían haber infringido la ley y cometido delito, no existirá en este país persona que no lo recuerde, pues sería inaudito que sucediera lo contraria con todo ese esfuerzo suyo de todos los días, cada minuto para que de verdad su nombre y apellido, Francisco Barbosa.

Queden gravados en los anales de la justicia colombiana, entiéndase anales en el sentido de la palabra latina referida solo al conjunto de años.

Como olvidar por ejemplo las palabras que lo describieron como el fiscal más joven, dichas por él durante el discurso de su posición el día 14 de febrero del 2020, pero también por ser el único que había logrado el consenso de la sala plena de la corte de justicia y el único en llegar a ese honroso cargo después de desempeñarse como fiscal especializado.

Claro que días después complementaria su presentación personal asegurando ser el, de nuevo, único fiscal y si se quiere funcionario público más preparado de este país. Como se puede ver a nadie más puede calzarle con precisión el calificativo de “único”, lo que lleva a pensar en que más que ser un ciudadano con méritos para ser elegido como apto para el desempeño de un trabajo, es un producto comercial cuyo buen nombre depende de los adjetivos con los cuales se promociona para convencer de sus propiedades como refrescante, duradero, rendidor, económico, único.

No por otro motivo creo que al momento de escribir esta columna rememoro los días en los que el ya fallecido Otto Greiffestein promocionaba el único detergente capaz de lavar y dejar bien blanca una montaña de ropa, no sin antes asegurar que el producto era de otro mundo.

Igual el Sr. Barbosa Delgado pareciera tener la convicción de provenir de un mundo ajeno a este y por ello se pasó tratando de demostrarlo los 1460 días de su mandato en el llamado bunker o la más poderosa oficina que hoy tiene el Estado. Porque no por otra razón su amigo de pupitre en la Universidad Sergio Arboleda lo había ternado para que los integrantes de la corte suprema acabaran de convertirlo en el superfiscal Barbosa, reemplazo de Néstor Martínez Neira.

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El otrora funcionario hábil en hacer que los expedientes levantados en contra de sus amigos, padrinos y allegados desaparecieran sin que quede rastro alguna de su existencia, la de los expedientes y también la de las personas consideradas cuando menos incomodas, si no altamente peligrosas por contar con información que bien pudo haber ayudado a que la justicia obrara acorde a las leyes y no a los intereses de los que terminaron convirtiendo la Fiscalía en un ente oficial con superpoderes por ser la única instancia  puesta ahí para condenar a los enemigos  políticos o absolver a los allegados a esa elite corrupta, que así como hizo posible la llegada de Iguarán a este despacho, en los tiempos de Uribe  y la de  Martínez  en la era  Santos, mostrara que con Duque no fuera diferente, por lo que si no era  Barbosa el único, quién otro mejor  para ser ungido con los poderes del ente acusatorio. 

Entiéndase ahora la ocupación de Barbosa en hacer gala de ellos, como se aprecia cuando ya a un lado deja ver los resultados de su gestión, el 82 por ciento de las investigaciones mandadas a archivar. ricardosarasty32@hotmail.com