ALINA CONSTANZA SILVA

Universidades privadas en Pasto: ¿Educación o Negocio?

Según la Constitución del país, “la educación es un derecho de la persona y un servicio público con función social, del cual son responsables el Estado, la sociedad y la familia.” (Articulo 67). Sin embargo, la limitada oferta de cupos en las universidades públicas desvirtúa completamente esta afirmación porque enfrenta a los jóvenes a una decisión: escoger la universidad privada para cumplir sus metas académicas o dejar de estudiar.

En Colombia, y Pasto no es la excepción algunos eligen universidades privadas por razones financieras y comodidad, mientras que otros de clase media buscan acceso a las limitadas plazas en instituciones públicas debido a restricciones económicas. Las familias a menudo se enfrentan a la difícil elección entre endeudarse para la educación privada o renunciar a que sus hijos estudien en la universidad.

La difícil tarea de afrontar los costos de la educación superior en Pasto se ha convertido en un tema candente entre amigos y familias. La preocupación compartida revela un panorama en el que los esfuerzos sobrehumanos para sufragar las crecientes matrículas universitarias se han vuelto la norma. Sin embargo, al indagar sobre las políticas adoptadas por las 201 universidades privadas que hay en Colombia, surge una desigualdad desconcertante.

A nivel nacional, la mayoría de estas instituciones  privadas ha optado por mantener los valores de las matrículas, ofrecer tasas de interés al 0%, e incluso implementar descuentos. Este gesto solidario busca aliviar la carga financiera de los padres que se esfuerzan por garantizar la educación de sus hijos. Sin embargo, esta actitud comprensiva parece no resonar en las universidades privadas de Pasto, que, al parecer, ven este desafío más como un negocio lucrativo que como una responsabilidad hacia su comunidad.

Así por ejemplo, un semestre en la prestigiosa universidad norteamericana de Harvard un semestre en el periodo 2023 – 2024 cuesta alrededor de US$4.807 y en la universidad de los Andes en Bogotá para el mismo periodo cuesta aproximadamente US$4.737 en una carrera diferente a la de medicina ($31.120.000 semestre/medicina). La gran diferencia, es que Harvard es la primera en el ranking mundial de universidades y la colombiana solo figura en los primeros puestos en el ranking de sur América. En la primera, se forman los premios novel y en la segunda, los funcionarios del gobierno colombiano.

El análisis se amplía a la comercialización de servicios como los cursos de inglés. Para cumplir el requisito de la internacionalización, pero la realidad plantea dudas sobre la efectividad de estos programas, que parecen más orientados a cumplir con requisitos en papel que a proporcionar habilidades lingüísticas sólidas.

La propuesta de abrir otra facultad de medicina en Pasto, a pesar de ya contar con tres, genera inquietudes sobre las motivaciones detrás de esta expansión. ¿Es una respuesta a la demanda educativa o solo un movimiento estratégico impulsado por las altas tarifas de inscripción y costos semestrales? Este enfoque parece alejarse del propósito fundamental de la educación superior y avivar las llamas de la percepción de que estas instituciones priorizan las ganancias sobre la misión educativa.

Al 45% de los jóvenes que tienen que ingresar a la universidad privada según el Observatorio de la Universidad Colombiana, le ofrecen educación sin interrupciones, flexibilidad curricular, enfoque más práctico y orientado a la carrera, pero con menos diversidad en el campus, menos población universitaria, poca o casi ninguna beca de estudio y a unos costos tan altos que hacen pensar que se trata es de un negocio y no de una oferta del servicio. Infortunadamente, el Estado colombiano ha dejado por su incapacidad la formación del talento humano en manos de los privados que tienen como objetivos su rentabilidad y exclusividad. La educación universitaria es un factor estratégico del país y debería el Estado recuperarlo para contribuir al desarrollo de la nación.

En este contexto, debemos cuestionar el verdadero propósito de la educación superior en Pasto. ¿Debería ser un medio para el enriquecimiento de las instituciones, o se debería priorizar el acceso equitativo a la educación de calidad para todos?

La educación se concibe como un proceso de formación continua que abarca la comprensión de la cultura, el rol en la sociedad y la dignidad de las personas. Sin embargo, esta idea se ve desafiada por la realidad de tener que pagar matrículas semestrales en la carrera elegida. Aunque  se supone que hay supervisión gubernamental en cada jurisdicción, se registran abusos en los costos de matrícula.