Evidentemente el ataque de Hamas del 7 de octubre fue una agresión acumulada desde 1948 después de la creación del Estado de Israel; de todas maneras, fue una agresión condenable, por las 1400 víctimas que causó. Para eso están los procesos de negociación y diplomáticos, como Israel tuvo que esperar siglos hasta la famosa decisión de la ONU. Pero si bien las acciones de Hamas son condenables, no es menos cierto que el exterminio sin precedentes de la franja de Gaza constituye un holocausto con más de 10.000 muertos y destrucción total en un mes de guerra.
El máximo responsable de esta tragedia es el primer ministro Benjamín Netanyahu quien ha dicho abiertamente que no habrá tregua ni cese al fuego hasta aniquilar a Hamas sin importar las victimas civiles en su mayoría niños y mujeres.
Hay varios interrogantes de lo que pasara después de la guerra:
Primero, se pregunta si Israel permanecerá en territorio de Gaza después de la invasión; el presidente Biden ha advertido a Netanyahu que no apoyará la permanencia en la Franja. Se presenta una dicotomía ente el apoyo irrestricto de Estados Unidos a Israel y las intenciones claras del primer ministro. Así, se van complicando las cosas en el concierto internacional. Hay que tener en cuenta las innumerables marchas de protesta en todo el mundo como rechazo al holocausto en Gaza.
La venganza de Israel se ha enconado de tal forma que un ministro en Tel Aviv, declaró públicamente que se podría utilizar armas atómicas, lo que necesariamente implica el exterminio de la población de Gaza. Esta declaración de por si expresa el gran contenido de las intenciones de provocar un nuevo holocausto similar moralmente hablando, al que sufrió el pueblo judío en la segunda guerra mundial, si bien hay una diferencia abismal por el numero de victimas y el tiempo en que ocurrieron las tragedias.

