A propósito del atentado a las Torres Gemelas ocurrido en los Estados Unidos septiembre hace 22 años y que conmocionó al mundo entero, hay un texto que dieron a conocer de algunos sobrevivientes, el cual deja una importante reflexión.
“Después del 11 de septiembre, una empresa que tenía sus oficinas cerca del World Trade Center invitó a ejecutivos y empleados de otras compañías que habían sido afectadas por el ataque a las torres, para compartir su oficina a fin de que pudieran reiniciar temporalmente sus operaciones.
En una reunión de la mañana, el jefe de seguridad contó historias de porqué su gente estaba viva y todas tenían que ver con pequeños detalles como estos:
Al director de una compañía se le hizo tarde porque era el primer día de kínder de su hijo. Una mujer se retrasó́ porque su despertador no sonó́ a tiempo. A uno se le hizo tarde porque se quedó́ atorado en la carretera en la que había un accidente.
A otro sobreviviente se le fue el autobús; alguien se tiró comida encima y necesitó el tiempo para cambiarse; uno tuvo un problema con su auto, que no arrancó; otra regresó a contestar el teléfono; otra ¡tuvo un bebé!, y otro no consiguió́ un taxi.
Pero la historia que más impresionó fue la de un señor que se puso un par de zapatos nuevos esa mañana, y antes de llegar al trabajo le había salido una ampolla. Se detuvo en la farmacia por una curita y por eso está vivo hoy”.
La mayoría de las personas que sobrevivieron al no estar en el lugar de los atentados, fue porque les pasó algo muy simple y retrasaron su arribo a las torres donde laboraban y que muy seguro les habría costado la vida de haber llegado a la hora habitual.
Por esta razón, el texto que les compartí, el cual lleva como título ‘Casualidades o causalidades’ (no mencionan quién es el autor) agrega como reflexión que “ahora, cuando me quedo atorado en el tráfico, cuando pierdo un elevador, cuando regreso a contestar un teléfono, y muchas otras cosas que me desesperan, pienso primero: Este es el lugar exacto en el que debo estar en este preciso momento.
La próxima vez que tu mañana te parezca enloquecedora, los niños tarden en vestirse, no logres encontrar las llaves del auto, te encuentres todos los semáforos en rojo… no te enojes ni te frustres. Estás en el lugar correcto a la hora exacta”