Algo de lo que debiera debatirse a raíz de las elecciones

En Colombia por una muy escasa formación y cultura política y por la vigencia de pocos y débiles liderazgos, los eventos electorales y de elecciones se centran fundamentalmente en la actividad política, quedando en segundo plano el entendimiento, análisis e interpretación de los hechos políticos.

Ello implica que relegamos la ciencia política, a través de la cual se transforman los hechos políticos vigentes que permiten construir nuevos escenarios constitucionales e institucionales, pues los avances políticos y sociales se alcanzan mejorando las instituciones que en Colombia  necesitan  indispensables reformas.

Por tratarse la elección del 29 de octubre de renovar las autoridades departamentales, municipales y distritales, es decir, los gobernadores y los alcaldes y de elegir los diputados,  concejales y  miembros de las Juntas Administradoras Locales, pertenecientes a la Rama Ejecutiva, ocupémonos de algunas de las modificaciones que al respecto  deben introducirse.

Lo primero es que así como el Congreso ejerce el control político sobre el Gobierno y la administración central, los diputados realizan ese control sobre la administración departamental, los concejales sobre la administración distrital y municipal y los ediles sobre la administración local, hecho que no debiera ser así porque todos ellos, con excepción del Congreso o Rama Legislativa, hacen parte de la administración, es decir, que coadministran con los gobernadores y los alcaldes y en esas  condiciones la eficacia del control político es minúscula.

Además,  es necesario que el país reflexione acerca de la abultada dispersión político administrativa existente. Nos referimos a los departamentos, las provincias, las áreas metropolitanas, las regiones administrativas y de planificación, los distritos especiales, el Distrito Capital de Bogotá, las asociaciones de municipios y varias otras formas de administración, integración y colaboración para la solución de problemas y necesidades, como el área metropolitana de Bogotá y Cundinamarca, sobre todas las cuales es indispensable tener claridad y reflexionar para determinar si es la manera más conveniente de organización de la Rama Ejecutiva o qué modificaciones se le deben introducir a ellas.

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Pero este es apenas un ejemplo y de un solo tema acerca de lo mucho que se desperdicia  el debate electoral para crear las condiciones que mejoren las instituciones, pues de ellas dependen en gran medida la vida y el desarrollo de los  pueblos.

Como Bogotá es la ciudad de todos los colombianos, es necesario tener presente, por ejemplo, si ella debiera seguir siendo Capital  de Cundinamarca, o si debería hacerse una reforma constitucional para que uno de los municipios del departamento sea su capital, como sucede con el resto de los departamentos.

Así mismo, es necesario determinar con precisión cuáles deben ser las mayores ventajas que proporcione a Bogotá el hecho de ser Distrito Capital y darle a ella un régimen jurídico más especial en cuanto que la gran mayoría de la normatividad general, con la cual se administran los municipios restantes, se aplican por igual a Bogotá.

Y este es apenas un panorama muy parcial y solo sobre una  de las materias que entre muchas debieran estarse debatiendo para que la política no se reduzca a la mecánica y para que los problemas esenciales  tengan mayor tratamiento.

@ricaurtelosada