Hoy en día y en particular para muchos jóvenes, el trabajo es una carga; en cambio para otras es una parte fundamental de la vida. Una de las formas de disfrutar completamente los beneficios de la vida es aprender a amar el trabajo. El trabajo no es el enemigo de las personas, sino un amigo más. ¿Qué sería de nosotros si nos cerraran el camino del esfuerzo y del trabajo?
La motivación es esa fuerza vital y energizante que se apropia de nuestra mente, cuerpo y espíritu. Cuando queremos algo que nos apasiona, e incluso suplir las necesidades básicas de la vida, buscamos las mil y una maneras de conseguirlo.
Sin embargo, para conseguir dichos objetivos los seres humanos debemos trabajar, y es el cómo lo hacemos, y no tanto qué hacemos, lo que determinará en gran medida que seamos felices o no.
Así que, podemos trabajar de forma monótona o podemos hacerlo llenos de agradecimiento. Siempre llevemos a cabo todo lo que se nos pida, y un poco más todavía.
Debemos entender y ser conscientes que sólo existe un método seguro para obtener el éxito y es por medio de trabajo arduo y constante. Si no estamos dispuestos a pagar este precio para lograr todo lo que anhelamos, nos tendremos que disponer a llevar una vida mediocre. Los que dan menos reciben menos.
Nuestra actitud hacia el trabajo es muy importante. Los desafíos impulsan la superación personal, resaltan las virtudes y ayudan a confeccionar el espíritu competitivo. Estar motivados con el trabajo dará felicidad, ya que seremos más positivos y concentrados, con nuevas ideas y con la visión de que las metas son alcanzables.
Si estamos felices y motivados con lo que hacemos, contagiaremos ese sentimiento de seguridad y entusiasmo a las demás personas que nos rodean, logrando un mejor ambiente laboral. Además, diversas investigaciones han indicado que un trabajador feliz en cualquier área es bastante más productivo.
Un trabajo motivante sube la autoestima, ya que hace sentir útil, productivo, líder y funcional. El amor propio y la estima personal son fundamentales para la vida, ya que estabiliza las emociones, hace que se obtengan mayores logros y construye mejores relaciones personales.
Si no fuera por el trabajo, cualquiera que sea, no se podría dormir tan profundo, estar tan sano, aprender de la experiencia ni gozar de las sonrisas de gratitud de las personas que nos rodean como lo es “La familia”. Pues nos aman por lo que somos y no por lo que hacemos.
Dios trabaja también, por eso, Jesús nos recuerda que su Padre actúa para nosotros: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. (Jn 5,17)
