Por: Carlos Santa María
El negocio de lo denominado misterioso, de ultratumba, ignoto, desconocido, ha tenido un gran auge basado principalmente en dos fuentes como son la ignorancia y el temor, fuertes elementos que actúan en el ser humano para la búsqueda de verdades aún no encontradas.
Este mercado se desarrolla en el campo del denominado más allá, la vinculación con sonidos desde algún lugar del universo, hasta las energías de las personas muertas que se “comunican” o dejan mensajes a sus conocidos, todo ello auspiciado por Medios de información que conocen el valor económico que generan estos espacios.
La historia de los extraterrestres, extraordinariamente sostenida por más de cien años como mínimo sin entregar ninguna prueba consistente, científica, lógica, racional, se ha visto auspiciada incluso por agencias de inteligencia que dicen tener documentación o restos aunque sin presentarlos por “razones de seguridad”, así como la NASA misma ha hablado de que existen sonidos que son inexplicables y que podrían ser lenguajes o intentos de comunicación de otras civilizaciones desde el espacio…todo ello “comprobado” por luces, más luces y definitivamente otras luces.
Así se ha relatado la novela fantasmagórica de una nave n odriza que se despliega en otras menores, incentivado por el cine de Hollywood
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En realidad, hasta este momento, no existe ninguna prueba concreta basada en la mínima expresión como una foto real de seres extraños, tampoco mensajes escritos o diálogos con una persona creíble, es decir, las luces y las declaraciones gaseosas de los denominados testigos o abducidos (que fueron llevados a esas naves) son las únicas “pruebas” de lo inexistente. Seguramente si llegaran a existir se presentarían adecuadamente.
La Humanidad requiere avanzar con pensamiento crítico en tanto conocimiento o sabiduría de modo conjunto para edificar un mundo sostenible y armónico. Creer en lo no comprobado si es una debilidad humana.