Por: Danny Alexander Ruales Bastidas
Desde la infancia, cada individuo en su núcleo familiar va inmiscuyéndose desde la observación y la experiencia lo que tanto sus padres como abuelos, tíos, etcétera, hacen, realizan y practican en fechas importantes u ocasiones que ameritan algo diferente a la rutina semanal, actividades que se van convirtiendo en costumbres que pueden albergar un gran sinnúmero de emociones y sentimientos para los que van conociendo la convivencia familiar.
En algunos casos puede convertirse en manifestaciones que unen al grupo familiar y que le dan la continuidad y sentido a esos encuentros, la emoción de estar y de pertenecer; para otros quizás se vuelve algo más sin sentido a lo que agregando el avance de las tecnologías especialmente en la comunicación ha hecho que esta cercanía se torne cada vez menos posible de realizar.
Hace poco, escuchando hablar de las tradiciones familiares a un grupo de investigadores de Harvard concluían que a pesar de poseer grandes avances en las herramientas de comunicación, el tiempo de compartir familiar de una tradición se ha reducido a 5 minutos del total del día sin la dependencia de estos medios, lo que deja en cuestionamiento el bien que se le ha hecho a estos procesos de interacción las nuevas tecnologías ya que, por una parte generan división, distracción de la finalidad de la actividad y primordialmente las nuevas generaciones han perdido el interés por las acciones del hogar lo que ha provocado por una parte, el desarrollo no adecuado de las mismas y por otra que desaparezcan, por no seguir ese proceso hereditario al pasársela más tiempo compartiendo en los dispositivos móviles, computador o televisor que estar en un espacio de risas, diálogo y aprendizajes.
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La tradición es parte de la colectividad y permite darle continuidad y vida a cada manifestación, en la familia, para los padres y abuelos se convierte en espacios de tiempos memorables que se recuerdan con gran alegría y fervor como grandes momentos vividos y que desean continúen a sus nietos, hijos, sin embargo, es hora de que se permita también generar en este tipo de actividades cambios que se adapten al contexto actual, de proporcionar lo funcional y positivo de ellas sin que se pierda su esencia, además de que sean las juventudes las que rediseñen las tradiciones, las innoven ya que la importancia ante ello radica en que estas generan estabilidad emocional familiar y de igual forma permite el acercamiento de los niños, niñas y jóvenes al lazo afectivo colectivo permitiendo hacerles caer en cuenta que la familia es su primer fuente de confianza, seguridad y que con ella cuentan siempre aun así, existan nuevos modos para generar comunicación que los distancien.

